¿Qué son los micromachismos?
Podemos considerar la sociedad que vivimos como una sociedad patriarcal. Una organización social donde la autoridad es ejercida principalmente por el hombre, teniendo más derechos y oportunidades que las mujeres, violentando a las mismas de maneras explicitas e implícitas. Esto genera conductas machistas en los miembros de la sociedad, siendo el machismo las creencias y prácticas sociales que consideran a la mujer un ser inferior en uno o varios aspectos con respecto al hombre.
Con el término “micromachismos” estamos definiendo las sutiles e imperceptibles maniobras y estrategias que hacen perpetuar y profundizar las desigualdades de género. Son comportamientos y conductas que tenemos incorporadas, naturalizadas, que pasan desapercibidas y posicionan al género masculino en una situación de privilegio.
Los micromachismos los vivimos todo el tiempo, en todos los ámbitos: en la calle, en el club, en la escuela, hasta es nuestros propios hogares. Son miles las formas en las que el machismo se expresa en nuestra vida cotidiana, ejerciendo con nuestros comportamientos violencia de género. Podemos equivocarnos al pensar que estos micromachismos solo existen en los hombres, al contrario, son actitudes y pensamientos tan incorporados en la sociedad que surgen en todos los géneros, incluso en las mujeres.
Muchos de estos comportamientos pueden no suponer intencionalidad, mala voluntad ni planificación deliberada, sino que son dispositivos mentales, corporales y actitudinales apropiados. Otros, en cambio, sí pueden ser conscientes, pero todos tienen el mismo objetivo: mantener y reafirmar los lugares que la cultura tradicional asigna a los géneros, en especial perpetuando la distribución injusta para las mujeres de los derechos y oportunidades.
En los vínculos sociales que vemos día a día existen numerosos micromachismos. Uno muy común son aquellas situaciones en la que el hombre no se implica en las tareas domésticas porque “no sabe” o porque “las mujeres lo hacen mejor”. De esta manera se obliga a las mujeres a hacer tareas que deberían ser realizadas por todos, generando una sobrecarga sobre ellas.
La escuela y las aulas no están excluidas de estos comportamientos patriarcales, al contrario, pueden ser espacios de reproducción de estereotipos de género existentes en la sociedad.
¿Qué micromachismos podemos ver en nuestra escuela?
Seguramente docentes, alumnos, preceptores y todos aquellos que caminen los pasillos del IES alguna vez tuvieron alguna conducta y/o pensamiento machista.
Uno que podemos percibir repetidamente se da en la mayoría de las materias. Sabemos que son muchos los trabajos en grupo que se hacen para desarrollar y evaluar los temas vistos en clase. En ocasiones los docentes podemos ver en las aulas que las alumnas mujeres “tutorean” a los varones en los trabajos de grupo. ¿Qué significa esto? Muchos varones se suman a los grupos de las mujeres con el objetivo de aprobar teniendo poco o nulo aporte en la construcción de los informes. A su vez, las alumnas realizan acciones de tutoreo incluyendo a los compañeros en los trabajos y haciéndose cargo muchas veces del desarrollo total del mismo con el objetivo de “ayudarlos” porque se los considera que “les cuesta más”, o porque “están en otra”, o simplemente para mejorar su relación con ellos. En estas situaciones los escasos aportes del varón son sobrevalorados (ya que, aunque sea escaso, el aporte del varón suele vivirse como valioso), mientras que se minimiza el reconocimiento de la mujer como autora del informe o trabajo. Muchas veces también los docentes nos vemos involucrados en este micromachismo considerando a las alumnas más “ordenadas y aplicadas”, y a los varones más “dispersos” porque los “adolescentes varones son así”, basándonos en creencias sociales y que se usan para justificar su poco aporte a lo académico.
Dada su casi invisibilidad, es muy difícil detectar los efectos de estas percepciones que sobreexigen a las alumnas y acostumbra a los varones a depender de ellas, subestimando también su capacidad propia.
Obviamente, y en la vereda contraria, podemos ver también en las aulas grupos de trabajo que rompen con esta actitud y realizan informes con aportes y construcción igualitaria, y logran producciones que representan a cada uno de los integrantes del equipo. Es esta situación la que se debe estimular en las clases para que el aprendizaje sea para todos.
Es fundamental que intentemos detectar en nuestros propios comportamientos estas actitudes, realizando una autocrítica diaria de nuestra forma de comportarnos y pensar, y desactivar tanto la producción de micromachismos como los efectos que causan.
Por otro lado, es preciso incorporar cada vez más las perspectivas de género en las escuelas, garantizando contextos de aprendizaje de respeto, con relaciones igualitarias entre los géneros, y se combata cualquier conducta machista o que ejerza violencia. Nuestras aulas deben ser espacios libres de machismo, experimentando una igualdad real para aprender a ser y a vivir iguales y libres.
¡AHORA TE INVITAMOS A VOS!
¿Cuáles son los micromachismos que ves en el cole? Podes escribirlos y compartirlos con nosotros en nuestra revista para que todos juntos comencemos a desactivar los micromachismos del IES.