En el marco de la asignatura “Lengua y literatura”, la Lic. y Prof. Melina Navarro Frutos propuso a sus alumnos de 5° B un trabajo evaluativo final de la unidad “Romanticismo latinoamericano”, que consistió en la producción de textos originales. Algunos decidieron escribir cuentos de su propia autoría, cumpliendo con el objetivo de lector-escritor como interpelador y constructor de sentidos, que responde el eje Oralidad, lectura y escritura. En esta unidad el foco estuvo puesto en la lectura reflexiva de textos literarios variados pertenecientes a la literatura latinoamericana y representativos de diferentes épocas y culturas, en interrelación con otros discursos y lenguajes artísticos
Por Lucía Inza (5°B)
Una cálida tarde de primavera, debajo de un enorme árbol en el parque más bonito que se encontraba en la ciudad, una pareja se estaba formando. Ésta fue integrada por dos adolescentes cercanos a su mayoría de edad. Antonio, un joven tímido que, de alguna manera, se animó a declararse a Judit y logró cambiar todo su mundo luego de recibir aquellos sentimientos correspondidos.
Todo iba bien en su día a día, sus padres estaban más que felices con la pareja, ambos causaron una buena impresión en la familia del contrario y aquella fue la razón por la cual los Ortiz en su totalidad asistieron al funeral donde lamentaron la muerte de Judit como si de su propia hija se tratara.
Un tulipán era dejado cada día en el lugar de descanso del cual Judit no podía escapar. A la misma hora, sin importar el clima, Antonio dejaba aquellas flores en la lápida de a quien sigue considerando su novia. Hubo un tiempo, en el que su abuelo le hablaba mucho del significado de aquellas bellas plantas, por lo que quiso dejar la que simboliza el amor perfecto, creyendo que incluso en esta situación, todo saldría bien en su relación.
No fue hasta un año después que las cosas se pusieron extrañas. Antonio no entendía cómo era posible, pero estaba seguro de que pudo ver a Judit nuevamente. Ella estaba parada frente a Antonio, con una enorme sonrisa que brindaba aquel calor que tanto necesitaba debajo de la lluvia. Esta fue la primera vez que quiso dejarle un tulipán amarillo, por eso pensó que tal vez eso causó que volviera, aunque no completamente.
Judit se veía tan pálida que no parecía ella. Una leve transparencia era presente en su piel, mientras que las telas de su ropa, del mismo color que la flor, eran tan opacas como si todo fuera real. Antonio realmente perdió la cabeza, estaba convencido de ver al fantasma de su novia justo en frente de su tumba, cuando todo lo que sus ojos percibían eran producto de su imaginación.
Aquel día no volvió a su casa, se quedó toda la noche hablando con Judit, teniendo aquellas preciosas charlas que caracterizaban su relación. Le preguntó sobre qué pensaba de la muerte, pero ella se negaba a responder, no quería que Antonio estuviera triste por recordar que ya no era una persona como lo solía ser.
Los Ortiz se preocuparon ya que su hijo no volvió a casa aquel día, ni el siguiente, pero su inquietud se hizo mayor al escuchar la excusa de Antonio.
—Lo juro, ella estaba ahí, estuvimos hablando de todo lo que nos perdimos, pero el tiempo pasó volando y no noté que aquella hora se transformó en un día.
Esa misma tarde, volvió junto a sus padres. Él la llamó con un tulipán verde esta vez y logró que apareciera nuevamente en el mismo estado que el otro día, aunque la tela de su vestido siempre era del mismo color que la flor. Los Ortiz vieron a su hijo hablando solo mientras aseguraba que Judit estaba a su lado, para que después sus miradas cruzaran entre ellas con intranquilidad.
Creyeron que ya se le pasaría, que necesitaría al menos una semana para comenzar a aceptar que Judit, en realidad, no volvió, pero aquel tiempo ya había pasado y su obsesión formada por su imaginación sólo se volvió más fuerte.
No sabían qué hacer, creían que prohibiendo la salida de Antonio de su hogar, serviría como buen castigo para que entrara en razón. Él sólo salía para asistir a su último año en el colegio, esperaban que las cosas se arreglaran antes de que su independencia comenzara a ser necesaria.
Días continuos de lluvias imparables, el clima conocía los sentimientos de Antonio y los reflejaba con precipitaciones. Fue un día de tormenta cuando los Ortiz abandonaron la casa para comprar un nuevo aparato en el mercado, el televisor a color. Creyeron que Antonio no escaparía debido a la fuerza del viento y lluvia. Qué equivocados que estuvieron.
Él salió en busca de su amada, no sin antes comprar un par de tulipanes que no pudo darle en aquellos días de ausencia. Se disculpó con Judit por no volver a verla, prometió que no se repetiría, que a partir de ese día, podría estar a su lado por tanto tiempo que no podría ser contado.
Cuando los Ortiz volvieron y no encontraron a Antonio, su primer destino fue el cementerio, pero él ya no estaba allí. Fueron algunas horas de búsqueda en la cual muchas personas se unieron para ayudar. No frenaron hasta que el grito de una de las mujeres avisó que lo encontró. Pero él ya no estaba consciente. Fue localizado en aquel árbol donde inició todo, colgado por una soga en una rama, con una nota en su mano la cual decía que no se preocuparan por él, pues ahora sería más feliz.
Lo enterraron lo más cercano a Judit que pudieron y un tulipán amarillo era colocado todo los días en la tumba de ambos.