Por Silvana Casalis
Sabemos muy bien que lo que estamos haciendo no es más que una gota en el océano. Pero si esa gota no estuviera allí, al océano le faltaría algo.
Madre Teresa de Calcuta
El presente artículo intenta constituirse en un aporte que permita pensar un contenido curricular transversal importante, preocupante y candente como es “La Educación Ambiental”.
Parafraseando al PEI del IES, las nuevas perspectivas de educación ambiental en los últimos 30 años propone a los docentes “el desafío de imaginar y planificar nuevas estrategias de enseñanza que mantengan una coherencia entre lo ético, lo conceptual y lo metodológico” [i]. Esta idea, sin lugar a dudas, subyace entre el profesorado de nivel secundario de todas las escuelas, sin embargo esta convicción científica no siempre se traduce en prácticas de enseñanza sustentables produciendo, de este modo, un desfasaje entre las intenciones, los discursos y los planteos didácticos, que impactan directamente en las prácticas pedagógicas.

Es menester entender que toda problemática ambiental deviene en conflictos ambientales que ponen en juego los intereses de diferentes sectores sociales. El conflicto es inherente a la condición humana, y no debe esconderse ni disimularse. Esta realidad, impacta directamente en el ambiente, toda vez que el mismo es un conjunto de elementos naturales y artificiales unidos por la voluntad del hombre. Esta circunstancia indiscutible, pone al ser humano en la necesidad de ordenar y regular esa relación hombre-ambiente, imprescindible para la subsistencia de la especie y de lo cual depende el progreso y el bienestar social.
La actividad del hombre ha transformado drásticamente la superficie terrestre, y esa transformación se ha acelerado en la actualidad, y se ha visto acompañada de un aumento demográfico y de procesos tecnológicos. Cada etapa de la evolución socioeconómica y tecnológica ha proporcionado un mayor acceso a la energía utilizable, lo cual ha provocado un progreso material y un aumento en la capacidad para seguir transformando el entorno natural.
Los costos ambientales tales como la degradación y contaminación de los suelos y aguas, pérdida del hábitat y de la diversidad genética de la fauna y flora, así como las consecuencias sociales (desigualdad en la disponibilidad de alimentos, marginalidad de las comunidades rurales, pérdida de puestos de trabajo y otros) han producido un desequilibrio que torna ineficiente la capacidad de recuperación de la naturaleza.
Este análisis pone a la escuela en general y al nivel secundario en particular ante un gran desafío: ¿cómo abordar la educación ambiental desde el paradigma de la complejidad, en un ámbito donde la racionalidad científica imperante en la época moderna atomizó el conocimiento, dividiéndolo en múltiples monodisciplinas, cada una separada e incluso concurrente de las otras? El filósofo francés Edgar Morin[ii] –uno de los teóricos que más han trabajado en el tema de la complejidad???sostiene, acertadamente, que “en la escuela hemos aprendido a separar las materias: la historia, la geografía, la historia, etc” (Morin, E 2000).
¿Cómo hacer para que la transversalidad del contenido no se diluya en esfuerzos aislados que no aporten al tratamiento del “manejo del conflicto ambiental”? Aquí se incorpora otro concepto importante en la educación ambiental. El manejo de un conflicto requiere, entre otras cosas, de la colaboración, la participación, y el involucramiento de los diferentes actores en la toma de decisiones en favor del bien común. Para ello, el conocimiento acabado de los conflictos ambientales en toda su complejidad es imprescindible.
¿Puede la escuela secundaria contribuir al manejo de conflictos ambientales? Creemos que sus aportes pueden ser sumamente valiosos, porque es el ámbito ideal que dispone de una caja de herramientas para poner en marcha el pensamiento crítico y la energía renovada de la juventud.
Pensar el abordaje de la Educación Ambiental a partir de un proyecto integral e integrado que surja de una pregunta problematizadora, de una noticia, de una preocupación individual o colectiva, de estudiantes o profesores puede constituirse en un elemento de incalculable riqueza que incluya a varias disciplinas y a todos los cursos de una escuela. Para ello será indispensable la planificación, la articulación y la coordinación permanente. También requerirá de la profundización del trabajo con las capacidades prioritarias (oralidad lectura y escritura, abordaje y resolución de situaciones problemáticas, pensamiento creativo y crítico y trabajo en colaboración para aprender a relacionarse e interactuar). Los nuevos formatos curriculares se constituirán también en herramientas valiosas para concretar instancias de observación in situ, indagación y experimentación, de debate, entrevistas, intervenciones artísticas urbanas, presentaciones en ferias de ciencia, organización de jornadas institucionales ad hoc, como así también para la incorporación de los resultados en la agenda de discusión local y provincial.
Es fundamental que las voces de la juventud sean escuchadas, que sus trabajos sean visibilizados y que sus inquietudes sean tenidas en cuenta y respetadas. La participación en el manejo de los conflictos ambientales es posible, el reto está planteado. La pregunta es: ¿Cómo adultos responsables en la educación, estamos preparados para afrontarlo?
[i] IES-IESS (2017), Proyecto curricular institucional. Villa Carlos Paz. Ejes de articulación curricular, II – Ambiente, pag 25
[ii] Morin, E. (2000): Introducción al pensamiento complejo. Editorial GEDISA. Barcelona, en Rojas Hernández,J: Conceptos básicos sobre medio ambiente y desarrollo sustentable ???Cap. I:18 ???Colección Educar para el ambiente – Manual para el docente; proyecto INET ???GTZ – 2003