Cuando comencé a trabajar en el año 2006 en nuestra escuela como “preceptora tutora”[1] convivían varias percepciones sobre nuestro rol.
Muchas veces escuché a profesores como a padres nombrarnos como “celadores”. Esta imagen es la del celador, el que “cela” y cuida la celda como el aula en la cual se educaba (o educa) cuerpos dóciles a través de las sanciones y reglas disciplinarias, además de vigilar desde los dispositivos panópticos, en el cual se puede ver a todos sin ser visto -muchos de estos aun presentes en las relaciones pedagógicas.
También estaban los que nos reconocían como “preceptores”. Este cambio viene de la mano de la resolución D.E.M. y S. 6/2000, en la cual nuestra función está definida como compleja, relacionado con directivos, docentes, padres y alumnos. Puede ser calificada de administrativa, ya que realizamos registros de asistencia, notas, calificaciones, sanciones, etc., socializadora, ya que estamos atentos a las necesidades de toda la comunidad educativa dentro y fuera de ella, posibilitando a los docentes un mayor conocimiento del grupo clase y de sus procesos, y mediadora, como nexo de comunicación entre todos los actores, acompañando el proceso de aprendizaje de los alumnos, conteniéndolos muchas veces afectivamente, conociendo la problemática de los adolescentes y la resolución de sus conflictos a través de la mediación, la negociación y el diálogo. Es decir que nuestra tarea había dejado de ser estrictamente disciplinaria y administrativa para comenzar a poner el foco en las relaciones que se dan hacia adentro y hacia afuera de la institución.
Estas resignificaciones no deben ser entendidas fuera del contexto histórico y social; una sociedad fragmentada y atravesada por individualismos, competitividad y egoísmos casi extremos, “frente a las nuevas formas de subjetividad, las nuevas configuraciones de familia, el uso de las nuevas tecnologías, el incremento de la violencia en los vínculos, el vacío de adultos y los síntomas de la época como el consumo de drogas”.[2]
Aquí comienza a amalgamarse esta nueva mirada sobre nuestro rol, la del tutor. El preceptor comienza a transformarse en una figura importantísima de la vida institucional, se convierte en referente, a la vez que debe posibilitar la construcción de manera progresiva de la autonomía en cuanto a conductas responsables y respetuosas.
Parafrasearé a Graciela Frigerio que nos concibe como adultos “prestadores de identidad” y en esta prestación es donde formamos. Debemos estar dispuestos a prestar estos rasgos para que los jóvenes puedan encontrarse, sentirse seguros en ellos y no en soledad. “Transformarnos en alguien significativo en la vida de otro para que este nos constituya como profesor, como preceptor o como director”.[3]
Creo necesario explicar que la “autoridad” no viene dada de antemano, sino se construye relación con el otro. Acompañamos y asistimos a los alumnos en el paso por esta institución, creamos un vínculo y un lazo con ellos intentando dejarles huellas enriquecedoras. Es decir que el preceptor también forma, educa y orienta en el aprendizaje del “oficio del estudiante”, esta es la dimensión pedagógica de nuestro rol.
Para finalizar y a modo reflexión citaré una forma de concebir el vínculo con mis alumnos: “Al referirnos a una relación de cuidado hablamos de sentimientos y emociones que nos mueven a cuidar, a proteger, a hacernos cargo de un tiempo en que otro, desvalido, necesita ser amparado. Al decir desvalido, pensamos en una necesidad de ser acompañado, no por débil o minusválido, sino porque requiere de otras presencias que acompañen su etapa de llegada a la adultez… elegimos la tarea de acompañar a otros en este pasaje, a partir de transmitir aquello que nos parece valioso de trasmitir del mundo…”[4]
[1] Esta nueva tarea venía de la mano del Programa Escuela Centro de Cambio en el Nivel Secundario del sistema educativo de la Provincia de Córdoba. Resolución Ministerial Nº 1528/03. El PECC se estructura en base a cuatro componentes educativos: 1) Articulación entre Nivel Primario y Nivel Secundario. 2) Período de ambientación. 3) Adecuaciones Curriculares en Primer Año del CBU. 4) Resignificación del rol del preceptor.
[2] López Fabre, María Gabriela y Quintana Patricia Isabel (2010) “El rol del preceptor: de tomar lista a ayudar a los que están en la lista”. Foro de Educación y Psicología.
[3] Frigerio, Graciela (2007) Complejidad de la experiencia escolar contemporánea– Segundo Encuentro de Docentes- Villa Carlos Paz
[4] Cuadernillo Nº 4. (2008) Algunas claves para pensar las nuevas propuestas escolares. Acerca de contratos y acuerdos. Pág. 6.