En el Día del Preceptor, destacamos a nuestros preceptores y conversamos con Carmen, la preceptora con mayor experiencia en el rol

Gran parte de la tarea diaria del IES la lleva a cabo el grupo de perceptores. Son ellos quienes conocen a los alumnos y los acompañan a lo largo de todos los años de su trayecto escolar en el nivel medio. El 19 de este mes se celebró el Día del Preceptor y fue inevitable dedicar un espacio a reconocer su tarea. En nombre de sus colegas, María del Carmen Cabral, una de las preceptoras con mayor trayectoria, reflexionó sobre las tareas propias de su cargo.

Desde hace 32 años, Carmen es preceptora en el IES. Vivió en primera persona los cambios que tuvo el rol de preceptor, pasando de ser un cargo meramente administrativo a ser agente fundamental de la trayectoria pedagógica de los estudiantes. El preceptor sigue el ritmo de los estudiantes, se actualiza, colabora con sus colegas, pregunta, improvisa, y lo hace todos los días.
Para Carmen, el preceptor es un mediador: “Es la persona que tiene que mediar entre el chico y el adulto (padre, profesor, director) y mediar también entre los padres cuando hay alguna dificultad. El preceptor tiene que escuchar y observar mucho al alumno, pero sobre todo escuchar, no dar una opinión”. La primea actitud que tiene el preceptor con los estudiantes es la de apertura y disponibilidad, para posicionarse como una figura que acompaña y colabora cuando algún conflicto se presenta. Por eso Carmen camina mucho en los recreos, para observar cómo se desenvuelven los chicos, si tiene hábitos solitarios, si le cuesta acercarse a algún grupo o si está incómodo ante alguna situación.

A lo largo de sus 32 años de dedicación, Carmen acumuló una vasta experiencia que le permite afirmar con seguridad que “los adolescentes no son malos, son chicos de esa edad, con un cuerpo que empieza a sentir y necesitar otras cosas”. Por eso el preceptor tiene que pasar tiempo con ellos, estar en el aula, conocer los grupos que se forman. Sin embargo, no se debe perder de vista que un preceptor es un adulto: “Entré a trabajar muy joven pero siempre supe cuál era mi lugar: el de adulto, no el de amigo, y eso siempre lo preservé”, comentó Carmen.

Al consultarle por el mayor desafío de un preceptor en estos días, Carmen sonríe y remarca: “El desafío es todos los días, porque el chico va cambiando y vos también tenés que cambiar. Yo tengo que estudiar en mi casa antes de venir, y tratar de que los alumnos entiendan lo que quiero decir, ya sea ESI o una clase especial”.


En poco tiempo, el IES va a notar una ausencia. Carmen está cerca de su jubilación y de los proyectos que ya tiene preparados para su nueva etapa. Anticipándose a su salida, Carmen imagina cuáles serán sus recuerdos de los alumnos del IES: “Me enorgullece la forma en que piensan, cómo defienden su postura. Creo que acá hay libertad, en todo sentido, y eso es lo que más me gusta de los chicos. Me llevo todo el amor que ellos me han brindado”.

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