De la realidad a la ficción: dos cuentos de alumnos de 2° año

En el marco del nuevo formato de Lengua y Literatura “De la realidad a la ficción: el cuento realista”, alumnos de 2° año trabajaron en la producción de microrrelatos. Además de la elaboración de un texto expositivo sobre el Realismo como género, los alumnos cerraron la actividad con la producción de cuentos realistas y sus correspondientes microrrelatos. Las producciones son una manifestación creativa a partir del acercamiento a films mudos y pinturas realistas desde los cuales los estudiantes observaron y analizaron una representación del mundo desde una perspectiva particular: la realista. En esta oportunidad conocemos dos producciones.

.

Del todo a la nada

Por Fátima Gilabert, Julia Herrera, Agustina Kern, y Sofía Resumi (2° D)

Él estaba muy histérico, en sus ojos se podía ver la furia y el rencor que tenía hacia mí.
-¡¿Cómo pudiste?! ¡Yo confiaba en ti!- gritó fuertemente mientras lágrimas corrían por sus mejillas y caían al suelo.
Yo estaba muy asustada, no sabía lo que él era capaz de hacer en ese estado.
-¡No quiero volver a verte nunca más!, ¡fuera de mi casa en este instante!-.
Angustiada y desconcertada, tomé todo lo que pude mientras que él me empujaba hacia afuera. Azotó la puerta y me dejó bajo la lluvia. Estaba aturdida pero debía encontrar un lugar para pasar la noche.
Ahora comenzaría una nueva vida…
Hacía ya un mes que con mi marido habíamos perdido nuestros campos por las inundaciones que las fuertes lluvias de verano causaron. Empezamos a trabajar en las tierras de mi mejor amiga María Fernanda y su esposo José Luis, a quien conocía desde que éramos unos niños. Yo ayudaba a María Fernanda en las tareas domésticas, y Juan Carlos ayudaba a José Luis en las siembras.
Durante ese mes, José Luis fue mucho más caballeroso que mi propio esposo. Comenzamos a ser mucho más cercanos. En sus descansos del mediodía, nos encontrábamos a solas cerca de los viejos galpones donde guardaban las cosechas; pero un día nos quedamos dormidos bajo el sol y Fernanda nos encontró. Y aunque ninguno dijo nada, los tres sabíamos lo que sucedía.
Esos inocentes encuentros pasaron a ser algo mucho más serio. Volví a sentir el amor hacia José Luis que había dejado años atrás. Ese amor frustrado a causa de los matrimonios que nuestros padres habían arreglado: el mío con Juan Carlos y el de él con María Fernanda.
A las semanas de esos encuentros, mi amiga me insinuó que me notaba un poco extraña: estaba sensible, todo me irritaba y los vestidos parecían haberse achicado.
Al poco tiempo, mi esposo se enteró de lo sucedido y me echó de la casa.
Salí corriendo hacia la casa de mi amiga, debía contarle lo que había hecho. Al llegar vi una camioneta extraña estacionada fuera de la casa. Llamé desesperadamente a la puerta. José Luis me abrió. En sus ojos se notaba que había estado llorando. Me dijo que María Fernanda había fallecido en la noche de forma inesperada…
Bajo el oscuro cielo tormentoso nos abrazamos y la lluvia torrencial se confundió con nuestro llanto.

.

Manifestación

Por Victoria Berdiñas, Mía Cornaglia, Maximiliano Martínez y Tomás Romero (2°B)

Frente al establecimiento de la Casa de Gobierno, un diez de octubre de mil novecientos treinta y uno, cerca del atardecer de un día frío, la gente estaba acostada en el fresco pavimento, abrazándose, buscando calor, esperando a que se haga la hora de ir a la manifestación. Algunos, estaban durmiendo mientras otros buscaban comida y mantas en las cajas que unos chicos del barrio habían traído al ver cómo las familias sufrían gracias a la indiferencia del Estado.
-Tome, ¿se encuentra bien? -dijo Alejandro, un adolescente que vivía a unas pocas cuadras del centro, a un hombre que aparentaba aproximadamente unos cuarenta y cinco años.
Este hombre parecía tener muchos años de trabajo, tenía muchas arrugas y piel oscura. Medía aproximadamente un metro ochenta centímetros, sus manos estaban gastadas y su ropa estaba hecha harapos, probablemente debido al trabajo previo, al viaje que hizo con su familia por un supuesto trabajo nuevo, con mejor sueldo y que nunca recibió.
Luego de unos minutos repartiendo ropa y alimentos, Alejandro se dirigió a la Casa de Gobierno para buscar una solución pacífica y sin violencia.
-¡Pero están reclamando por lo justo! -dijo Alejandro, un poco exaltado por la terquedad del oficial al mando.
-Niño, están marchando y eso está en contra de las leyes que tenemos aquí.
Ale, resignado, se levantó del asiento y se dirigió a la plaza para comunicarle a los demás la situación.
Todos los manifestantes concordaron en que no aceptarían un “no” como respuesta y siguieron con la marcha, en busca de sus derechos.
Ya después de empezar la marcha, una patrulla de policías apareció con la obligación de desalojar la plaza, echando a los manifestantes, pero ellos no circulaban. En ese momento, los oficiales tuvieron luz verde para atacar y empezar a usar la fuerza física. Entre todos los golpes, gritos y disparos, algunos de los últimos impactaron en el cuerpo de Alejandro, haciendo que fallezca justo después de impactar contra el suelo.
El ruido sordo que produjo el cuerpo contra el suelo hizo que los golpes y gritos pararan en seco. Julio, su padre, se hizo paso entre las personas y, llorando, se arrodilló frente al cuerpo inerte de Alejandro que descansaba sobre la calle.
Una hora más tarde, las cosas ya se habían calmado y los protestantes estaban en la calle, sentados y adoloridos.
-Mi… Mi hijo está… muerto- dijo Mercedes mientras Julio la consolaba -¡Por culpa de estos bastardos!
-Oye Mercy, cálmate, pueden escuchar y nos pasará lo mismo…- Julio intentaba que su esposa dejara de llorar.
-Que me hagan lo que quieran ¡Por su culpa perdí a mi único hijo! – gritó Mercedes, desconsolada.
Mucha gente, compadecida por la escena, dejó de quejarse por el problema económico y marchó por justicia, por Alejandro, por los policías y por la bala perdida que le costó una vida.
Este es solo uno de los, probablemente, muchos casos de este tipo, en los que las fuerzas policiales abusan de su poder y lastiman a otros.

image_pdfimage_print