¿Qué es la educación inclusiva? Algunas ideas introductorias

Mucho se ha escuchado hablar en los últimos años de la educación inclusiva y de la igualdad de oportunidades en materia de educación, pero esto no siempre fue así. Hasta hace algunos años la Escuela Media se caracterizó por ser expulsiva, entendiendo por esto que aquel que podía alcanzar la propuesta pedagógica de la escuela permanecía y lograba la promoción, y quien no, quedaba fuera del sistema sin concluir sus estudios de nivel medio, o era derivado a las Escuelas Especiales, siendo estigmatizado como aquel que no tenía capacidad ni inteligencia suficiente para cursar sus estudios en instituciones escolares de modalidad común. La decisión de inscribir a un hijo en la Escuela Especial muchas veces era resistida por la familia, con lo cual esto generaba que los mismos quedaran fuera del sistema escolar.

A partir de la sanción de la Ley de Educación Nacional Nº 26206 en la que se declara la obligatoriedad de la escolaridad desde el nivel inicial hasta la finalización de la educación de nivel medio, comienza a generarse un cambio de paradigma y de posicionamientos en relación a la inclusión.
En los últimos años, el concepto de educación inclusiva se ubicó como eje central en los sistemas educativos, considerándose, desde una perspectiva de derechos, que todas las personas tenemos igualdad de derechos, y para ejercerlos con igualdad requerimos equidad.
Cerca están de cumplirse los 30 años de la Declaración de la Convención sobre los Derechos de los Niños, Niñas y Adolescentes, y uno de los derechos fundamentales enmarcados en dicha declaración es el derecho a la educación para todas y todos sin distinción de sus capacidades.
En tal sentido, la Ley Nacional Nº 26378, establece en su art. 1º que: “las personas con discapacidad incluyen aquellas que tengan deficiencias físicas, mentales, intelectuales, sensoriales, a largo plazo, que al interactuar con diversas barreras, puedan impedir su participación plena y efectiva, en igualdad de condiciones con las demás”.
La Ley Provincial de Educación N° 9870 expresa que por el principio de inclusión educativa se asegura la integración de los alumnos con discapacidad en todos los niveles y modalidades, según las posibilidades de cada persona.
El Estado debe garantizar la igualdad de oportunidades y posibilidades educacionales, ofreciendo en las prestaciones educativas condiciones equitativas para el acceso, permanencia y promoción de los alumnos, eliminando o minimizando barreras que limitan el aprendizaje y la participación de todo el alumnado.
La oferta curricular, la gestión escolar, las estrategias de aprendizaje que se utilizan en el aula y las expectativas de los profesores son factores que pueden favorecer o dificultar el desarrollo y el aprendizaje de los alumnos y su participación en el proceso educativo. Un alumno puede tener dificultades en una escuela y en otra no, dependiendo de cómo se aborden en cada una las diferencias. Esto significa que si una escuela puede generar dificultades, también está en sus manos poder evitarlas; la escuela puede evitar que las diferencias se conviertan en desigualdades educativas que conlleven a desigualdades sociales.
En este punto nos parece importante tener en cuenta los aportes de la UNESCO (2004) en relación a los elementos que deberían considerarse en un currículum inclusivo:
– Estructurarse y enseñarse de forma que todos los estudiantes puedan acceder a él.
– Basarse en un modelo de aprendizaje que, de por sí, sea inclusivo. Ajustándose a diversos estilos de aprendizajes y enfatizar las competencias y el conocimiento que sean relevantes para los estudiantes.
– Ser suficientemente flexible como para responder a las diferentes necesidades de ciertos estudiantes, comunidades, grupos religiosos, étnicos u otros grupos específicos. Por lo tanto, no debería prescribirse de manera rígida.
– Tener niveles básicos a los que puedan acceder estudiantes que tienen diferentes niveles de competencia. El progreso en relación con el currículo debe administrarse y evaluarse de manera que todos los estudiantes experimenten éxitos.
– La currícula inclusiva exige más de los docentes, por lo que necesitarán apoyo para implementarla.
Construir una cultura escolar inclusiva implica considerar la diversidad no como un problema sino como una oportunidad para enriquecer el aprendizaje. Para ello, toda la comunidad educativa (Equipo Directivo, Equipo de Orientación, Docentes, Secretaría, Preceptores, alumnos, Familia, Profesionales externos, Comunidad, etc.) puede actuar como recurso valioso en apoyo a la inclusión “…Las escuelas que trabajan desde este enfoque, implementan políticas y prácticas orientadas a fomentar el sentido de pertenencia, la participación y la permanencia de sus miembros en el sistema, todo enmarcado en una cultura de equidad que brinda a cada quien lo que necesita para el desarrollo de sus potencialidades” (Begué, Lema y Begoya Sierra, 2010)
Específicamente, en relación a los alumnos con NEDD (Necesidades educativas derivadas de la discapacidad), ante el diagnóstico proveniente del campo de la salud, es necesario desarrollar el puente o los puentes de lo que este diagnóstico significa en el ámbito educativo. El derecho a la salud, así como la rehabilitación y habilitación, están desarrollados en la CDPD (Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad), que es una iniciativa de la ONU, que tiene como propósito principal establecer las medidas para que las personas con discapacidad puedan ejercer sus derechos humanos y están diferenciados del derecho a la educación. Desde el enfoque de derechos humanos de la discapacidad, que hace foco en la accesibilidad universal y en la eliminación de las barreras al acceso, avalado en los marcos normativos vigentes y los avances teóricos sobre pedagogía, encontramos impulso y base para continuar deconstruyendo y reconstruyendo las miradas, acciones, usos y valores que se desprenden a partir de los diagnósticos de los alumnos.
En el ámbito educativo, es fundamental reconocer y comprender el desarrollo de los alumnos con NEDD, tanto para identificar capacidades como para una adecuada detección de necesidades de apoyo, para que pueda llevarse a cabo un proceso sistematizado y consistente.
Trabajar con alumnos con NEDD requiere centrarnos en la singularidad, en el caso por caso, reconociendo las particularidades y capacidades de cada uno; exigiendo el compromiso de diferentes actores institucionales para construir un trabajo colaborativo, y la formación y capacitación permanentes, que nos permitirá generar una mirada que posicione nuestro trabajo desde una perspectiva de respeto por los derechos de los jóvenes.

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