Durante el transcurso del presente ciclo lectivo todos los segundos años del IES tuvieron la oportunidad de desarrollar su capacidad creativa a través del Nuevo Formato de Lengua y Literatura “De la realidad a la ficción: el cuento realista”, coordinado por las profesoras: Melina Navarro Frutos, Pamela Ruíz y Cecilia Tropiano.
La propuesta fue una invitación a la producción escrita de cuentos realistas que tuvieron como punto de partida el acercamiento a films mudos y pinturas realistas. Asimismo, a partir de pasos explicitados de manera minuciosa y progresiva la escritura pudo delinear a partir del texto narrativo la representación de acciones y acontecimientos que constituyeron la narración propiamente dicha de la historia, y la representación de objetos, paisajes y personajes por medio de la descripción.
De esta forma, el taller habilitó tiempos y espacios en los cuales la oralidad, la escritura y la lectura fueron prácticas que se constituyeron como actividades transformadoras y constructoras de subjetividad tanto en lo individual como en lo colectivo.
A continuación, compartimos dos nuevas producciones de los alumnos.
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La búsqueda

Autoras: Constanza Paravano, Sofía Aguirre, Priscila Martínez y Ariana Delbon (2°B).
Eran las 17:30 de la tarde, Grace estaba por subirse al avión de vuelta a Francia. Ella volvía de intercambio en Argentina, había pasado un año desde que había llegado a ese país. Unos minutos antes de subir al avión, ella dejo sus valijas en la puerta de carga y recogiéndose el cabello se dirigió hacia su asiento. Así fue, como esta joven de 19 años de edad, ojos verdes y piel morena, emprendió vuelo hacia su hogar.
Se estaba haciendo tarde, ya habían pasado casi cuatro horas desde su partida, la joven seguía leyendo revistas con sus ojos entrecerrados ya a punto de dormirse. De repente, se sintió una fuerte turbulencia que le llamo la atención y decidió mirar hacia afuera, cuando logra abrir los ojos, vio algo que la sacó de sus casillas, una de las alas del avión se estaba prendiendo fuego. Ella impactada comenzó a mirar a su alrededor logrando ver una azafata muy asustada entrando a la cabina del piloto.
Luego de unos segundos, Grace volvió al mundo real, y reacciono tratando de desabrocharse el cinturón, pero fue inútil, su temblor y desesperación la confundieron, se sentía mareada, sin fuerzas, no entendía lo que estaba pasando, su cuerpo dejo de reaccionar y de la nada misma se desmayó.
Pasado su profundo sueño, esta joven despertó, lo primero que observo fue humo, humo y más humo. Intento levantarse de su asiento, pero estaba todo destruido, en llamas, como una película de terror. Ella no podía ayudar a ninguna persona, ya que no las encontraba. Esta joven se creía la única sobreviviente del avión, o por lo menos la única en buen estado. Cuando se puso en pie, fue directo a la cabina del piloto, donde encontró a todos muertos, sin una señal de vida.
Grace, muy cansada, pensaba en cómo iba a salir de ahí, como iba a salir viva, mejor dicho. Hasta que se le ocurrió una idea. Fue nuevamente a la cabina con el objetivo de encontrar una radio, un aparato con el cual pueda comunicarse con alguien o dar algún tipo de señal para que la ayudaran. Esta francesa corrió y empujo escombros hasta no poder más, hasta que encontró un artefacto de luz verde listo para hablar y pedir un rescate. Grace se acercó delicadamente, presionó ese importante e invaluable botón y hablo. Ella dijo que su avión se estrelló contra el océano, regresando hacia Francia, a cuatro horas de viaje. No sabía la ubicación, pero con todos los datos que brindo puede que la encuentren antes que esta joven se hunda con su avión.
Esta tragedia se divulgo por todos los medios de comunicación disponibles, llegando a oídos de un marinero, un hombre fuerte, con barba, una mirada con mucho para decir y con una gran embarcación lista para pescar preciosos salmones, su nombre era 0scar. Este, al escuchar el llamado de auxilio, se puso manos a la obra, preparo comida, mantas, botiquines. Calculo las zonas más cercanas y emprendió viaje en busca de alguna señal que le pueda dar indicios de donde se encuentra esta catástrofe.
Estaba oscureciendo, llevaba más de dos horas navegando según sus cálculos, hacía frío. Oscar comenzó a prepararse para la noche que se aproximaba. El, por unos segundos se preguntó… “¿si cae la noche sin ver el avión podría comenzar a hundirse y jamás lo encontraría?”, “seguro que sí”, afirmo, tendría que aumentar la velocidad, “¿y si no lo lograba?”, “¿y si nunca encontraba ese avión?”, nunca se lo perdonaría, él no podría permitir que se perdieran vidas inocentes.
La noche no tardaba en llegar, este hombre cargo el combustible en sus motores y siguió. El planeaba buscar unas tres o cuatro horas más, mar adentro, luego iba a tirar el ancla y descansar hasta la madrugada del día siguiente. Pasadas esas largas y estresantes horas, Oscar se levantó, salió afuera del barco y miro a su alrededor, logrando apreciar un océano calmo. Por suerte, y por razones inexplicables, este hombre inclinó la cabeza y vio una gran mancha oscura flotando en la superficie del agua, definitivamente era combustible. Al agacharse y extender su brazo sintió la extraña textura que le hizo reconocer lo que era, podría estar cerca, siguió tras ese rumbo en donde había cada vez más combustible, en ese momento no podía creer que estaba tan cerca de lo que buscaba. De repente vio pedazos de avión flotando a la deriva, rápidamente encendió los motores e intento desplazarse esquivando los escombros, pero de repente sintió un fuerte impacto en su barco. Se dirigió a la proa para verificar que todo estuviera en orden, pero lo que logro ver lo destrozo, su barco tenía una gran grieta por la que entraba agua sin cesar hacia el interior del barco. Su gran embarcación se estaba hundiendo. Oscar trato de arreglar la gigantesca grieta, pero no lo logro. Inmediatamente salió del barco dándole su último adiós. Por suerte siempre llevaba en su embarcación una balsa de rescate. Esta le podría salvar la vida en algún momento, pues, este era el momento. Oscar jalo de la soga que contenía la balsa inflable y en cuestión de segundos ya estaba dentro de esta.
Mientras tanto, pasadas eternas horas, esta joven, quien estaba atrapada entre escombros y humo, buscaba una forma de poder tomar aire limpio. Trato de abrir la puerta de salida de emergencia, pero fue inútil, su fuerza era cada vez más débil. El avión empezó a hundirse, no paraba de entra agua, Grace estaba perdida, no sabía qué hacer, el agua comenzó a taparle las rodillas, estaba fría, más que fría, congelada, el agua estaba congelada. Grace se subió arriba de un asiento y se puso a pensar nuevamente. Luego de un rato una idea se le cruzo por la cabeza, rápidamente arranco de uno de los asientos una colchoneta, agarró un pedazo de escombro y lo arrojo hacia la ventana, cuando el vidrio estalló la joven se lanzó a través de la ventana y se zambulló en el agua, pataleó lo más rápido que pudo antes de que se congelara y se subió sobre una de las alas del avión y allí permaneció totalmente mojada y con la nave a medio hundirse.
Era tarde, Oscar estaba a la deriva, sentía que estaba muy cerca, pero al mismo tiempo demasiado lejos ya que no podía acercarse de ninguna forma. Luego de un tiempo, el cansancio comenzó a vencerlo, y sus ojos se cerraron. De pronto un golpe lo despierta y al abrir los ojos no puede creer lo que ve, su balsa estaba al lado del avión. Instintivamente grita con todas sus fuerzas… “¿hay alguien con vida?!”
Al no recibir respuesta, se trepa a los restos del avión que estaba a punto de hundirse. En un extremo del ala se encontró con el cuerpo de una mujer tendido sobre el mismo, sin señal de vida. Rápidamente Oscar corrió hacia aquella silueta e intento reanimarla. Luego de unos segundos esta bella muchacha reaccionó, dándole las gracias y acompañándolo hacia la balsa.
Una vez que se encontraban en ella el avión termina de hundirse, sin dejarles posibilidades de poder estar seguros de que no había ninguna otra víctima viva. Oscar tranquilamente le comenta a la joven que la balsa contiene un localizador de emergencia, que lo único que tienen que hacer es esperar. Lo que no sabían era cuanto tiempo iban a estar allí.
Luego de dos días, estas dos personas, ya eran amigos, y puede ser que algo más, pero seguían en la balsa sin señal de ninguna embarcación de salvamento. En la mañana del tercer día, un gran número de delfines pasa a su alrededor, creando un gran espectáculo. Lo que ellos no se dieron cuenta es que estas bellas criaturas estaban escapando de una feroz y temible ballena asesina, que tras pasar por debajo de ellos raja la balsa con su aleta dorsal, provocando una gran entrada de agua hacia el interior de la balsa. Grace y Oscar, desesperados tratan de parchar la rajadura, pero fue inútil, cada vez entraba más y más agua. De repente una fuerte corneta les anuncia la llegada su barco de salvamento. Otra vez estuvieron al borde de quedar a la deriva por siempre.
Una vez que fueron rescatados y se encontraban en tierra Oscar y Grace permanecieron unidos por el resto de sus vidas. Esta tragedia los marco por siempre, pero le dio inicio a una nueva aventura por vivir.
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El arroyo

Autores: Francisco Andaluz, Selene Ballario, Sofía Cáceres y Oriana Contrera (2°B).
Harry estaba terminando su trabajo para luego dirigirse al arroyo, donde se encontraría con sus amigos de la comunidad. Antes de retirarse de su puesto, divisó a una joven acercándose a él. Ella poseía una apariencia impecable, como si de clase alta se tratara, o eso es lo que Harry había pensado al verla. Tenía cabellos rubios, los cuales estaban perfectamente peinados con dos pequeñas trenzas que ayudaban a despejar el rostro de aquella pequeña dama.
La chica, que estuvo esperando a que su padre comprara un boleto de tren para el día siguiente, ya aburrida había decidido ir a explorar un poco el andén. Tras andar un poco, se encontró con el único chico que parecía ser de su edad. Ese joven tenía el cabello de un tono marrón y con ojos de un tono más oscuro que el de su cabellera. Al acercarse a él pudo ver que el rostro del chico poseía pequeñas pecas repartidas como estrellas en el cielo nocturno. También pudo ver mejor su apariencia; sus ropas estaban rotas y viejas, sus rodillas se encontraban sucias y maltratadas.
Al notar esto último, Alicia logró vencer su timidez y, al encontrar un tema para iniciar una conversación, empezó a hablarle.
– ¿Qué te ha ocurrido? – preguntó Alicia.
– Estuve agachado limpiando botas y el suelo ha lastimado mis rodillas- contestó. Alicia lo miraba de arriba abajo y continuó la conversación.
– ¿Quieres jugar conmigo?
– Claro, justo me dirigía al arroyo para ir a jugar con mis amigos, acompáñame.
Alicia estaba a punto contestarle que sí y abandonar a su padre, cuando este llegó y, al verla junto al muchacho, corrió hacia ella, agarrándola por el brazo y diciéndole bruscamente:
– No te acerques a esta gente, son seres inferiores a nosotros.
Y sin dejar que los chicos se despidieran, se llevó a Alicia a su residencia.
Más tarde, ese mismo día, Alicia se encontraba aburrida y al ver pasar a una de sus criadas, Erika, con una canasta rebalsada de ropa sucia, le preguntó:
– ¿A dónde te diriges?
– Voy camino al arroyo para lavar la ropa.
Sin preguntar si podía acompañarla, la pequeña siguió a la criada, con la esperanza de encontrar al niño del andén.
En el camino al arroyo la criada se percató de que la pequeña Alicia iba detrás de ella y le recomendó que diera la vuelta para regresar a su hogar, para que así no la regañaran; pero ella decidió seguir el camino de todas formas.
Al llegar al lugar, a simple vista no había nadie, pero, en la lejanía, se escuchaban voces de infantes. Alicia, curiosa, decidió ir a investigar de dónde provenía el murmullo.
Tras caminar unos metros, se percató que las voces venían del otro lado del arroyo y decidió cruzar por un pequeño montón de piedras, pero; en un mal paso, esta cayó al agua haciendo un gran estruendo, lo que logró llamar la atención de los niños, los cuales corrieron a ver de qué se trataba.
Entre todos los niños que se acercaban, Alicia se sorprendió al ver al niño del andén, quien corrió a ayudarla, extendiéndole una mano en su rescate.
– Al parecer sí lograste venir-dijo aquel chico, divertido, mientras la ayudaba a levantarse.
– ¿Llegué a tiempo?- preguntó la niña con una pequeña sonrisa.
Pasaron unas cuantas horas divirtiéndose, hasta que llegó el atardecer y tuvieron que partir hacia sus hogares; y prometieron volver a encontrarse al día siguiente.
Al caer la noche, Alicia, regresó a su hogar; una mansión de ladrillos rojos, pilares blancos y numerosas ventanas que permitían el acceso de la brillante luz.
Empezó a caminar por la entrada, abriendo la puerta y encontrándose con sus padres muy preocupados, los cuales corrieron a preguntarle dónde había estado toda la tarde cuando esta entró a la residencia.
– He estado jugando en el arroyo, ya que acompañé a Erika a lavar la ropa- dijo Alicia despreocupada.
Al escuchar su respuesta, los padres de la niña intercambiaron miradas para luego pedirle a su hija que vaya a darse un baño y hablarían en la cena.
A la hora de la cena, tras haberse servido la comida; el padre empezó a hablar:
– ¿Es cierto que te has encontrado con aquel muchacho del andén?
– No- mintió la niña. – He ido a acompañar a Erika y me he perdido un poco.
– Entonces, ¿por qué has llegado con tu vestido sucio y mojado? – preguntó su padre.
Antes de poder responder algo, Alicia fue interrumpida por su madre, Mallory:
– ¿Acaso no escuchas que te ha dicho que acompañó a la criada a lavar la ropa? – dijo la mujer con cierto enfado por las cosas que decía su marido.
– Sí y mañana volveré a acompañarla- dijo la niña.
– ¡No! – gritó su padre. – Ese es el trabajo de las sirvientas.
– Deberías dejarla ir, está bien que sea consciente que otras personas no tienen la vida solucionada como ella. Te recuerdo que no naciste en una cuna de oro- dijo Mallory.
El resto de la cena se pasó en absoluto silencio, a Alicia le parecieron eternos, pero al menos se había dado cuenta de que la próxima tarde la podría compartir con Harry y sus amigos gracias a las palabras que usó su madre para callar a su padre.
Tal como lo había imaginado, el día siguiente y por el resto de su infancia, el grupo de amigos se encontraría en el arroyo al atardecer para jugar y bailar hasta que llegue la hora de volver a sus hogares.