Acercamos otra producción de “¡Puro cuento!”, un proyecto de Lengua y Literatura

Desde el área de Lengua y Literatura se llevó a cabo el proyecto “De la realidad a la ficción: el cuento realista” para alumnos de 2° año. Esta propuesta pedagógica fue una invitación a la producción escrita de cuentos realistas que tuvieron como punto de partida el acercamiento a films mudos y pinturas realistas.
A partir de pasos explicitados de manera minuciosa y progresiva, se pudo delinear a partir del texto narrativo la representación de acciones y acontecimientos que constituyeron la narración propiamente dicha de la historia, y la representación de objetos, paisajes y personajes por medio de la descripción.
Como cierre de dicho proyecto, los alumnos escribieron sus propios cuentos de género realista, uno de los cuales acercamos en esta oportunidad.

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Los sirgadores del Volga

“Los sirgadores del Volga” es un óleo sobre lienzo del pintor y escultor realista ruso Iliá Repin (1844-1930).

Autores: Joaquín Castillo, Martiniano Giuliani, Juan Cruz Sosa y Lautaro Yob (2°D).

Yo era Dimitri y transportaba objetos de gran tamaño en Ucrania. Tenía un jefe que me daba los objetos que transportaba. Me mandaba siempre por el mismo camino. Eso era muy cansador así que renuncié y busqué un nuevo trabajo, que era menos cansador y más emocionante. Pero mi jefe era malo y me mandaba por caminos muy estrechos y peligrosos. Me dijo que llevara alcohol a Volga. Eso era ilegal. Pero por supuesto me obligó. Yo no le iba a responder, así fue que las horas siguientes cargué todo y marché.
En el camino hacia Volga, un barco me perseguía por atrás, yo no me detuve, aceleré y aceleré. No quería problemas, finalmente me alcanzó. Volteé la mirada y me asusté porque estaban tan cerca que supe que eran cazarrecompensas. Uno de su tripulación logró lanzar un gancho para abordar el barco. Después que vi todo eso en un lapso de tres segundos, puse la mirada al frente y había unas rocas gigantes que no logré frenar y choqué. Los del otro barco me quitaron toda la mercadería y lo que llevaba a bordo.
Luego de un tiempo pasaron por ahí unos sirgadores de Volga. Ellos no eran malos. Les conté lo sucedido y me ayudaron a poner el barco a la orilla, entre todos tiramos de una cuerda hasta que llegase a tierra firme. Les agradecí por su apoyo y me llevaron a donde yo vivía. Les ofrecí una taza de café para calmar el frío y nos amigamos. Desde ese entonces, cada transporte que hacía fue siempre acompañado de los sirgadores de Volga.

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