“El cuarto oscuro de lunes a viernes”, una reflexión sobre las elecciones presidenciales

El domingo 27 de octubre, Argentina vivió un momento significativo para la vida democrática del país. Luego de 36 años ininterrumpidos de elecciones, un nuevo contexto electoral tuvo lugar a lo largo y ancho de nuestra nación. En este sentido, el dato importante que es necesario destacar, es la significativa participación de ciudadanos y ciudadanas que tuvo la elección nacional general, alcanzando el 80.86% del padrón, según los resultados del escrutinio provisorio.
Hablar de resultados electorales, sería replicar el análisis que los distintos medios de comunicación, con sus afinidades y especulaciones, han ido construyendo a lo largo de la campaña electoral y en esta semana posterior a las elecciones. El objetivo de esta reflexión es pensar lo que sucede en los distintos –cuartos oscuros- cuando “la luz está encendida”.
¿Es casualidad que una de las decisiones más importantes de la democracia representativa, sean tomadas en las aulas?

Nuestra vida política no comienza cuando cumplimos los 16 años de edad, tomando como referencia la ley N° 26774 sancionada en el año 2012, la cual amplió el derecho de sufragio a menores de 18 de años, sino que nuestra vida pública y, por qué no, nuestra actividad política, comienza con los primeros años de escolaridad, donde el aula es el espacio para que dicha actividad se ponga de manifiesto. El aula, es un espacio físico, sin embargo excede por mucho las cuatro paredes, las sillas, mesas y el clásico pizarrón. Cuando hablamos de aula, nos proponemos a pensar en un sinfín de significados y valoraciones que allí suceden y que de manera sistemática se alimentan del exterior, para generar un impacto más allá de las personas que la habitan diariamente.
El Cuarto Oscuro es un aula. Es un espacio donde en cada elección, las personas que en Argentina, Córdoba y nuestra ciudad, gozamos de este derecho que toda democracia nos garantiza, elegimos a quienes ocuparan los cargos públicos electivos más importante de la administración gubernamental. Es un espacio de reflexión, de decisión autónoma y –por qué no afirmar− es un espacio para el ejercicio de nuestra soberanía. El aula no deja de ser ese lugar donde se toman las mejores y más importantes decisiones.
Pero, ¿qué sucede los demás días del año en estos espacios? De lunes a viernes, desde mediados de febrero a diciembre, niños, niñas y adolescentes, a la vez que docentes y un sinnúmero de personas vinculadas a la educación, transitan estos espacios, llenando de color, pensamiento, decisión y acción cada uno de sus rincones. No es extraño, entonces, que sean estos mismos espacios los elegidos para que cada ciudadana y ciudadano, puedan elegir a quienes “nos van a representar”. A partir de lo anterior, me animo a preguntar: ¿qué sucede con nosotros y las aulas cuando se termina nuestra escolaridad? ¿Cómo impactan los procesos que allí ocurren en la sociedad que habitamos?

Es interesante pensar que aquellas situaciones que allí suceden, tanto en los días de elección, como en el cotidiano, tienen efectos sobre nuestra vida y la sociedad que (re)construimos permanentemente. Podríamos afirmar que no es necesario entrar a las aulas para ser parte de los efectos que estas generan. Para decirlo en otras palabras, lo que transcurre en las instituciones educativas nos atraviesan de manera permanente y tienden a re significar aspectos culturales, sociales y estrictamente políticos. ¿Qué tan parte e integrantes nos sentimos de nuestras escuelas?
Las elecciones del pasado domingo 27 de octubre, han dado a la Argentina un nuevo presidente y a la provincia de Córdoba, en particular, nueve diputados nacionales que integraran el próximo periodo legislativo. La elección es respaldada por un conjunto de 2.316.530 de cordobeses y cordobesas que se acercaron a las aulas a emitir su voto. Sin embargo, la discusión de esta forma de gobierno participativa es cuánta democracia construimos en el día a día. ¿Es necesario esperar a cada elección para opinar y decidir? ¿A cuántas –aulas− decidimos no entrar, esperando la próxima elección?
Guillermo O’Donnell, politólogo argentino, supo conceptualizar a nuestra democracia como una forma de gobierno delegativa, en contraposición a la noción de representatividad. Cuando un pueblo delega el poder en sus gobernantes, abandona la mayor parte de su vida política y deja en terceras manos las decisiones que afectan nuestra cotidianeidad. El país “que se viene” necesita que el 80.86% que participó en la elección asuma la responsabilidad de participar de manera real en la (re)construcción de nuestros lazos sociales. Los clubes, asociaciones, ONGs, sindicatos, cooperadoras y las escuelas, entre tantos otros espacios de potencial participación ciudadana, necesitan ser llenados de contenido.
Las aulas son esos espacios donde se construye una democracia participativa con una ciudadanía activa, crítica y reflexiva. El cuarto oscuro es una función más de este espacio en esencia democrático. Las instituciones educativas son la herramienta fundamental para lograr una sociedad más justa e igualitaria. ¿El mensaje? Las aulas no deben abandonarse y el espacio público debe transitarse.

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