Tinta y papel: la lucha en el siglo XX por la igualdad

El Nuevo Formato de Lengua y Literatura “Primero, las damas”, destinado a todos los sextos años y coordinado por las profesoras Marcela Pepe y Gabriela Rodríguez, propuso una reflexión teórica y literaria sobre literatura argentina con perspectiva de género. El recorrido vinculó conceptos teóricos (canon y margen; patriarcado, subalternidad, género, roles y estereotipos), con las primeras producciones escritas de mujeres que aparecieron de forma muy incipiente en el siglo XIX , a partir de escrituras censuradas, intervenidas y tuteladas, y transitó el siglo XX de forma más afianzada de la mano del movimiento feminista que acompañó el momento. Al final del recorrido, los/as estudiantes debieron elaborar un ensayo sobre literatura argentina escrita por mujeres a partir de una consigna de escritura colaborativa. En esta ocasión, compartimos otra de las producciones.

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Autores: Macarena Sosa, Ingrid Tello, Sofía Castelo, Micaela Barroso, Francisco Ardissono y Álvaro Jaacks (6°A).

Actualmente, estamos acostumbrados a entrar a una librería y encontrar que varias de las novelas y demás libros que aparecen pertenecen a escritoras, muchas de ellas conocidas y cuyas obras son best seller, pero no siempre fue así, de hecho, podríamos decir que la aceptación de obras escritas por mujeres es muy reciente en la historia de la humanidad. 
Fue a partir del siglo pasado que la mujer logró que sus protestas fueran escuchadas por el conjunto de la sociedad, pues escrituras anteriormente marginales empezaron a circular con mayor frecuencia, como también la diversidad de lectores, ahora también mujeres, se fue expandiendo. Es por ello que es necesario entender que abordar el tema de cómo las mujeres llegaron a obtener ciertos derechos representa mucho más que hablar. 
Durante el siglo XIX y desde hace ya mucho tiempo atrás la ideología patriarcal se había consolidado estableciendo una estructura social basada en la implantación de roles de género. En este sistema los varones ejercen una opresión sobre las integrantes del género femenino, apropiándose por medios pacíficos o violentos de su fuerza productiva y reproductiva.
Hay distintos tipos de violencia hacia las mujeres. La violencia doméstica es el tipo de violencia de género más conocida e instalada en el imaginario social. Es la que se desarrolla al interior de la pareja y se manifiesta en violencia física, psíquica o emocional y sexual. Todas ellas son consecuencia del sistema patriarcal, una forma de sociedad en la que el hombre, lo masculino, tiene la supremacía por el simple hecho de serlo. Y relega, de ese modo, a la mujer, a lo femenino, a un segundo plano, y es constituida como un sujeto subalterno. Al hombre se lo colocó como la autoridad y se configuraron estereotipos femeninos tales como la pasividad, sentimentalidad, irracionalidad y debilidad. Colocó a la mujer en lo privado y la obligó a adecuarse a un rol de madre otorgándole una función reproductiva.

A medida que pasó el tiempo, hubo mujeres que dieron inicio a una extensa lucha contra las normas dictadas por la sociedad y se volcaron al mundo de la escritura. Estos primeros escritos fueron marginados, y los que no, su éxito se debió al ocultamiento de identidad por parte de las escritoras.
Es por ello que se puede decir que la literatura femenina ya venía cosechando varios libros desde hace muchos siglos atrás, un ejemplo son las obras escritas por Sor Juana Inés de la Cruz (México 1648- 1695) que inició en el siglo XVII la escritura femenina en América Latina cuestionando a través de su prosa y poesía de incuestionable valor literario las normas de la sociedad y la iglesia de entonces, abogó por el derecho de las mujeres a la educación y al desarrollo intelectual, la libertad de expresar su creatividad y sensibilidad. A pesar de esto, fue recién en el siglo XX que la escritura elaborada por mujeres empezó a salir a la luz.
Asimismo, es importante aclarar qué es el canon. En este caso se entiende que se trata de un modelo, una proporción ideal, una vara o norma que se tiene en cuenta al momento de considerar las obras literarias. Aquellos textos que se alejan de lo que el canon impone, se ubican en el margen. Esta marginalidad se debe a diversos factores, puede ser porque rechazan decididamente el canon, desconozcan su existencia o quieran situarse fuera del canon por decisión propia (Jitrik,1996). También están los casos en donde la clase social, género, etnia y localización geográfica determinan si una obra se ubica en el canon o margen.
A pesar de la infinidad de dificultades que tenían que afrontar las mujeres para que la literatura femenina pudiera salir de la marginalidad y así poder llegar con más facilidad al conjunto de la sociedad, en el siglo XX parecía que de a poco se abrían cada vez más estrechos caminos que les permitía lograr ese objetivo. Las escritoras que lograron ganarse un lugar en el campo de lo literario salen a la luz en la década de 1920, específicamente a partir de 1927 cuando las obras de Bertolé, Storni y Lange empiezan a ocupar un lugar en el mundo del arte.
Aquellas mujeres se vieron solas frente a una sociedad machista que les otorgaba constantemente nuevos prejuicios. Empezó a subestimarse su capacidad para escribir al igual que la calidad de sus obras, eran criticadas por otros escritores como Roberto Arlt. Frente a una realidad que las dejaba de lado, aquellas mujeres se unieron y empezaron a ayudarse entre sí para poder ser reconocidas.
Así, empiezan a afrontar las dificultades con textos sobre el amor y sus dramas, ganándose un lugar en la literatura. Alfonsina Storni y sus versos comoHombre Pequeñito” y “Tú me quieres blanca” reflejan la dramática y realizan denuncias. Pinta la realidad de las mujeres presentando, en una de sus obras, las dos imágenes que la sociedad tiene de ella: la condenada y la aceptada. “Por mucho que reniegue de mi primer modo, sobrecargado de mieles románticas, debo reconocer, sin embargo, que traía aparejada la posición crítica, hecho universalmente difundido, de una mujer del siglo XX, frente a las tenazas todavía dulces, y a la vez enfriadas, del patriarcado” (Storni,1938).

Silvina y Victoria Ocampo

Otra autora que le dio vida a la literatura femenina fue Silvina Inocencia Ocampo (1903-1993) que, más allá de estar rodeada por figuras como su marido Adolfo Bioy Casares y amigo Jorge Luis Borges, marcó demasiado a la literatura por sí sola. Su hermana Victoria también juega un rol importante, ya que es una mujer que conquistó cada lugar que ocupó, con un pensamiento de vanguardia que pocos pudieron comprender. En consecuencia, Silvina fue muy criticada por aquellas mentes conservadoras de la época, aunque fue reconocida por su gran imaginación y creatividad. Su escritura se disfrazaba con la inocencia de un “niño” para representar la ruptura en lo cotidiano en el territorio de lo fantástico. Algunos cuentos infantiles pueden ser “El caballo alado” (1972), “El cofre volante” (1974) y “El tobogán” (1975) y un libro de relatos  titulado “La naranja maravillosa” (1977).
Al igual que Ocampo, la escritora y periodista Griselda Gambaro también recibió críticas debido a que en sus obras, alternando la narrativa con la dramaturgia, escribió acerca de la realidad política y social de aquel entonces, especialmente de la dictadura. Fue criticada hasta llegar al punto de que su novela “Ganarse la muerte” fue prohibida por un decreto del dictador Jorge Rafael Videla cuyo gobierno de facto la halló “contraria a la institución familiar y al orden social”.
En cuanto a escritoras que marcaron un hito en la literatura femenina se le suma a las dos anteriores Liliana Heker (1943), una cuentista, novelista y ensayista que, aunque haya estado influenciada por escritores varones, fue y sigue siendo referente en este campo. Ella sabe cómo escribir literatura de la buena y cómo conseguir que otros también escriban buena literatura y ya son cuarenta años que lleva coordinando un ya mítico taller, en el cual, lo plasma en su libro “La trastienda de la escritura“.
Escritoras como Norah Lange muestran a una mujer seductora, como “La voz de la vida” que trata de una mujer inmersa en un triángulo amoroso. Estas obras que seducen e incomodan al lector empiezan a llamar la atención de la vanguardia. Es por esto mismo que la escritura femenina, con temas que desafiaban a las costumbres de la época, es poco a poco más demandada y, por lo tanto, menos marginada. Como dice Mizraje en “Mujeres escritas y mujeres que escriben”:La vanguardia las quiere y las rechaza, las convoca y les teme, las niega y las asume(Mizraje, 2000).
A medida que en estos textos se van legalizando, mujeres como Sara Reyles, reuniendo la picardía de la época pero consciente de las malas costumbres, escriben en “El Hogar” y otras revistas acerca de posibles pretendientes para las niñas. A pesar de que la intención de estos textos contribuía al mantenimiento del patriarcado, es inevitable decir que contribuyó a que las mujeres jóvenes empiezan a ser receptoras cada vez más numerosas al igual que las escritoras.

Sin dudas el trayecto recorrido por las mujeres para alcanzar la paridad entre géneros fue y sigue siendo desalentadora, pero aunque estén rodeadas de dificultades continúan uniéndose y componiendo fuerzas para seguir adelante. Algunos ejemplos de luchas que en la actualidad se han intensificado son la legalización del aborto, la inserción de la mujer en algunos ámbitos laborales, la lucha contra la violencia de género, entre otras.
En el siglo XX la literatura expandió sus fronteras, las mentes se abrieron y aceptaron la diversidad de obras, cada una distinta y única como somos cada uno de nosotros. La mujer dejó de ocultarse y enfrentó la realidad que se les imponía por ser quienes son. Sus obras literarias provocativas y demandantes pasaron a la legalidad y el público fue cada vez mayor y distinto. La escritora pudo finalmente ser reconocida como tal y sus obras llenaron los estantes de las librerías. Ellas son libres. A través de la escritura escaparon de las cuatro paredes en las que la sociedad las mantenía ocultas, invisibles, muertas. Su mente voló alto y finalmente pudo ser vista por todos desde abajo. Sin embargo, si esto es cierto, ¿por qué las mujeres siguen luchando por una equidad entre géneros? ¿Realmente son reconocidas como escritoras en la actualidad? A lo que nos lleva a formular la siguiente pregunta: ¿qué lograron las mujeres después de todo si siguen saliendo a las calles a tener que reclamar por sus derechos en pleno siglo XXI?
La lucha contra la violencia de género ha tenido sus victorias y ha reunido a muchas mujeres alrededor del mundo. Se han abierto varios centros de asistencia y contención para mujeres víctima de violencia, pero esto no resuelve absolutamente el problema, sólo colabora a reducir la gravedad de las consecuencias. Por otra parte, la mujer también sigue siendo considerada inferior en cuanto a su capacidad profesional, la brecha salarial entre hombres y mujeres dan cuenta de esto. Entonces, ¿qué posibilidades quedan para las escritoras? Seguramente, la lucha se resignifica en cada época.

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