El Aislamiento Social Obligatorio se ha instalado como una imperiosa necesidad individual y social de estar a distancia y aislados de lo exterior, cuidándonos del contacto con el afuera. Debemos estar dentro de nuestros hogares, es nuestra responsabilidad singular, la de cada uno, intransferible y fundamental.
Sin embargo esto no implica que estemos solos, sin cercanía con los otros. Pero ¿cómo sobrellevar este aislamiento de lo exterior, y esta cercanía tan real con lo interior que puede sentirse como invasiva?
Surgen desafíos. El poder diferenciar el espacio y tiempo individual y compartido es uno de ellos.
Es una importante tarea para la cual cada uno, y de acuerdo a nuestra propia subjetividad, tendremos que inventar, crear e improvisar.
Evidentemente se ha producido un antes y un después del Covid19. El estado de cosas, la dinámica de la vida de cada uno y del mundo tal como se venían sucediendo ya no continúa igual. La cuarentena implica eso: un impasse, una discontinuidad respecto al orden de cosas, y constituye una pausa, un alto, sin que podamos saber aún de qué modo continuaremos.
Obviamente hemos de continuar, pero desde otro lugar. Los hechos nos conmueven, nos inquietan y nos movilizan, a cada uno nos confronta con lo imprevisto y muchas veces con nuestra impotencia para resolver. Pero seguimos y hacemos y nos despertamos de esto que por momentos parece ciencia ficción, nos pone en alerta, ¿nos hacemos más previsores tal vez?
Hay más tiempo para poder descubrir el detalle en lo que nos rodea, en lo que está tan cerca nuestro, pero esto no es tarea sencilla. Estamos viviendo momentos de pausa, de observación y de reflexión que el constante apuro y urgencia cotidiana, en el que siempre estamos sumergidos, no nos deja ver, ni escuchar y pasábamos por alto.
Es un hecho: el aislamiento se impone como fundamental y necesario para el cuidado propio y el de los demás. Estamos aislados pero no solos ni lejos de lo que nos aferra a nuestras elecciones, a nuestra vida y a nuestro sentir. Por eso, hoy tal vez, más que nunca, es el lazo social y la inmensa posibilidad de reinventarnos lo que, una vez más, nos salvará.