El IES en la semipresencialidad: así fue el trabajo para regresar a las aulas

Previo al comienzo de clases, los miembros del Consejo Directivo del IESS trabajaron arduamente para garantizar las condiciones sanitarias y pedagógicas de la bimodalidad. Fueron varias semanas de preocupación, de aprendizajes y de trabajo conjunto de las seis escuelas para llegar a punto al momento en que los estudiantes retornen a las aulas en este 2021.

Para un mejor desempeño, los miembros del Consejo Directivo se dividieron en comisiones para trabajar distintos aspectos. Hubo quienes se concentraron en adecuar el edificio a los protocolos vigentes, quienes se encargaron de recuperar y elaborar la información disponible, mientras que otros pusieron a punto las herramientas tecnológicas. Uno de los roles fundamentales fue el que desempañaron los profesionales de la salud Roxana Ferreyra y Martín Giacchino, profesores del IES, que debieron ser muy estrictos a la hora de garantizar que las instancias de presencialidad se pudieran dar de manera segura. De acuerdo a su interés y a su formación, en otras áreas se desempeñaron otros profesores del IES, como Antonella Vannini, Marcela Pepe, Santiago Meneghini, Alejandrina Daza, Walter Gispert, Raúl Sánchez, Jimena Venturelli y Melina Navarro Frutos. Todos ellos, junto con profesores de las otras escuelas, aportaron su valioso tiempo desde el mes de enero para que hoy el IESS en su totalidad funcione de manera óptima.

Los cambios más visibles tienen que ver con la adecuación de las instalaciones. Es conocido por todos los que conforman el IES el cambio de la puerta de ingreso de calle Solís a calle Avellaneda, el gazebo instalado oportunamente para tomar la temperatura e higienizar las manos y el calzado, y las vallas para guiar la circulación. De esa manera, el ingreso es más rápido, disminuye la aglomeración de personas, a la vez que los alumnos y docentes están más tiempo en las aulas. Se trata de una decisión que parece menor, pero que va en consonancia con una serie de medidas que busca cuidar a todos los que asisten a su lugar de trabajo y garantizar un aprendizaje seguro. Si las instalaciones y la circulación no fuesen seguras, el aprendizaje se vería seriamente afectado y la bimodalidad incumpliría con sus objetivos fundamentales.

En febrero se intensificó aún más el trabajo de las comisiones en jornadas que resultaron maratónicas. Se colocó la cartelería, se acondicionaron las aulas para que no haya exceso de bancos y facilitar la limpieza, y se ultimaron los detalles de la señalética. La Comisión de Mantenimiento, por ejemplo, mantuvo como premisa que las nuevas reglas tenían que tener la mayor simplicidad posible para que la circulación se volviera un hábito, es decir, para que funcionara de manera casi intuitiva. Para esto fue clave aplicar el código de los colores que permite reconocer fácil y rápidamente los recorridos para las salidas, entradas, zonas de sanitización y de circulación restringida. Por último, se puso en marcha un aspecto no menos importante: la comunicación.

Todos los trabajadores del IES debían regresar a las aulas con las instrucciones bien claras sobre la circulación y el cumplimiento estricto del protocolo. Para ello, se llevaron a cabo instancias de capacitación, se diseñaron mapas y croquis (disponibles para ser consultados) con información clara y confiable. Esto se encuentra, además, en consonancia con el objetivo pedagógico que persiguieron las comisiones. No se trata solamente de poner a punto el edificio para la bimodalidad, sino también de enseñar las medidas de cuidado para que todos –especialmente los estudiantes– trasladen esos aprendizajes a sus rutinas por fuera del edifico del IESS. Por eso es fundamental que el cumplimiento de las medidas sea de todos, sin excepción.

El trabajo realizado por las comisiones exigió una etapa de diagnóstico del edificio y una escucha atenta de las necesidades particulares de cada escuela. Ya sea por el número, por el horario o por el tipo de actividades, cada una demandó determinados espacios y recursos diferentes a los que se tuvo que dar cabida. Y así fue.

A fines de febrero, se trabajó a contrarreloj, en horarios impensados y bajo una presión considerable. En esos días previos al primer día de clase, fue clave la ayuda de socios del IESS que no integran el Consejo Directivo pero que se comprometieron con la tarea de que la Institución pueda reanudar sus actividades bajo la bimodalidad. Muchos se acercaron a pesar de que se trataba de un día sábado para ultimar detalles y ayudar al personal de maestranza que trabajó horas extras.

A tres semanas del regreso de los estudiantes a las aulas, la evaluación es más que positiva. Si bien se hicieron varias modificaciones en el uso de los espacios, el IESS contó con la ventaja de tener una infraestructura que posibilitara dichas modificaciones. En ese sentido, las condiciones edilicias dadas no resultaron ser un obstáculo para la nueva modalidad. El desafío consistió, entonces, en pensar nuevas formas de utilizar los espacios cotidianos bajo nuevas reglas. Tal como lo indica la etapa que estamos atravesando, todas las comisiones trabajaron con la premisa de que los cambios son provisorios, en tanto el contexto exige ajustar detalles que no pudieron ser previstos. De todas maneras, las medidas tomadas demuestran ser altamente efectivas a la hora de cuidar la salud y el dictado de clases bajo la bimodalidad.

Todavía se trabaja en aspectos que no pudieron ser ponderados, a la vez que se jerarquizan las necesidades de acuerdo al reciente regreso a las aulas. Pero lo fundamental se cumple día a día: que el edificio de la escuela no sea un lugar de contagio, sino un instrumento pedagógico en el que se aprendan las formas y las buenas prácticas para circular.

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