En el comienzo de su jubilación, Eugenia Haggi recuerda sus años de docencia: “No hay mejor profesor que el del IES”

El 2020 quedó en la memoria de todos como un año marcado por la modalidad virtual de las clases. Pero también significó una reforma en los rituales que hacen a la cultura institucional de una escuela y que trascienden lo estrictamente curricular. Para el IES en particular, fue un año en el que no se pudo cumplir de manera tradicional con los festejos que hacen a su historia y a su cultura. Entre esos festejos se encuentran las despedidas a docentes que han llegado al momento de su jubilación, y que debieron adaptar el cierre de un ciclo a las limitaciones del momento. En esta oportunidad, nos encontramos con Eugenia Haggi, quien finalizó su carrera como docente el pasado noviembre, y que recuerda el recorrido de su profesión en el IES.

Al igual que muchos ex alumnos, Eugenia Haggi regresó en 1996 a visitar a sus docentes luego de pasar un tiempo en España. En esa oportunidad se encontró con Rodolfo Mirgone, el Representante Legal de aquel entonces, a quien le comentó que se había recibido de Analista Universitaria en Sistemas y que estaba buscando trabajo. Mirgone le ofreció trabajar en el IES, y para sorpresa de Haggi, le ofrecía dictar la asignatura “Educación Tecnológica”, que era el primer año que figuraba en la curricula escolar. Haggi, sin formación docente, aceptó y se puso frente al curso bajo la supervisión de “Pocha” Pescetti, la Directora. Para su sorpresa, Haggi se sintió muy cómoda en su rol, algo que también notó la Directora, y así fue que comenzó su carrera docente.

Ese mismo año, la Administración del IESS implementó un nuevo sistema informático, y le propusieron ocupar ese puesto, en tanto presentaba la formación académica que requería el perfil buscado. Desde ese año hasta su jubilación, Haggi se desempeñó como docente del IES y como administrativa. Durante algunos años también fue docente en la Escuela Alfonsina Storni de la asignatura “Educación Tecnológica” y docente de la cátedra “Computación” en el IFD. Por eso mismo, la docente no duda en definir al IESS como “el lugar donde uno se ha formado y se ha criado”.

Desde el primer día hasta el último, para Haggi fue un desafío dictar su asignatura por las características propias de la disciplina. La mayor exigencia es, reconoce, estar dispuesto a aggionarse constantemente de la mano de los propios alumnos: “Ellos te ayudan en la forma de integrar la asignatura con todas las herramientas tecnológicas que se van sumando. Eso me ha gustado mucho. Hoy en día, estando jubilada, no quiero perder ese ritmo”. Esa dinámica exige que el docente esté dispuesto a crecer junto a sus alumnos, a ser honesto con lo que se desconoce y proponer un aprendizaje conjunto. Pero Haggi precisa que no solo se aprende de los alumnos, sino también de los nuevos colegas que llegan al colegio: “Otro hecho que me ayudó a actualizarme fue la incorporación de docentes más jóvenes que te van abriendo la cabeza, que te van abriendo el camino para que no te vayas quedando atrás”.

Los años de enseñanza transitados le permiten a Haggi reconocer cuáles fueron algunas de las técnicas que se vuelven muy útiles para dictar los contenidos de su área. Algunas tienen que ver con lo estrictamente didáctico, es decir, con la manera en que se acerca un tema determinado a los alumnos: “Me ayudó mucho encontrarle la anécdota a la clase. Por ejemplo, cuando daba materiales, averiguar cómo se llegó a ese material, buscar cómo lo había inventado esa persona, leer mucho sobre cómo se había llegado a eso. Al alumno le interesa y le queda eso, porque le contás la anécdota de cómo fue el momento”. Otro de los recursos tiene que ver con el acercamiento más emocional a los estudiantes, con el trato que se establece en el proceso de enseñar: “Intenté que además del resultado académico, hubiera un resultado emocional del alumno (…) Siempre le dije a mis alumnos que el mismo respeto que yo quería para mí, se lo di a ellos, porque me parecía que eso era lo principal”. En ese sentido, Haggi considera que uno de las recomendaciones para un docente sería dejar que fluya la relación con sus estudiantes: “Me entregué a como se iba dando con cada curso, siempre con respeto. Si te entregas, es la mejor forma de armar una clase”.

Las tareas desempañadas por Haggi hasta el día de su jubilación exigían un trabajo de doce horas, a veces más, haciendo del IESS su segunda casa. Esas extensas jornadas laborales, recuerda, fueron posibles gracias a los colegas que conoció en el camino. Tanto en Administración como en la sala de profesores, supo encontrar un lugar para darle un plus de disfrute en el día a día. Hoy, en los primeros meses de su jubilación, son sus colegas lo que más extraña. Era ese intercambio diario, además, lo que le permitía ver en el docente del IES una característica particular que lo destacaba entre otros docentes: “El docente del IES se caracteriza por su compromiso, y lo noto en los talleres. Me doy cuenta que los profes que no conocía a nivel educativo me sorprenden con su gran nivel de compromiso”. Incluso sus hijos, egresados del IES, recuerdan hasta el día de hoy la influencia y la pasión que despertaban las clases de algunos docentes: “A lo mejor uno no se da cuenta cuando lo ve desde su perspectiva, pero es una tarea muy valiosa, y se valora poco a nivel profesional. Para mí, no hay mejor profesor que el del IES”.

Al igual que todos los docentes, la pandemia obligó a Haggi a repensar la forma de dar sus clases desde la virtualidad, algo que no siempre fue tarea sencilla. Fue durante esos meses de incertidumbre que se volvió a encontrar con el rol fundamental del preceptor, una figura esencial que acompaña al docente en todas las instancias de enseñanza: “Extraño un montón a los preceptores. Desde la época en la que Edit Ingaramo era Directora, el preceptor empezó a tener mucha fuerza en su rol, ser muy compañeros entre ellos e involucrarse mucho con el curso y el docente. Y si vos lo aceptas y te involucras con él, es un buen porcentaje para llevarte bien con el curso. Sobre todo en pandemia ellos siempre estaban ahí, al pie del cañón”.

Si bien Haggi se jubiló trabajando desde su casa, la ocasión no estuvo exenta de festejos. Muchos compañeros le hicieron llegar regalos y palabras de despedida muy emotivas, aunque nada remplaza el último encuentro en la escuela: “Soy muy cariñosa, y lo único que lamento es no poder abrazarme con mis compañeros y tener la fiesta de fin de año”. Todavía sigue en contacto con algunos compañeros docentes y de Administración, aunque ahora desde un lugar diferente.

Una tarde de caminata junto a sus compañeras jubiladas

En esta nueva etapa que empieza con su jubilación, Haggi ya tiene bastantes planes que se irán ordenado de acuerdo a lo que el contexto permita. Su plan de viajar deberá esperar a que se abandonen las restricciones, pero hay otros que siguen en pie: “Mi primer proyecto es no hacer nada, tener tiempo. Siempre me quedó pendiente pintar y volver a estudiar inglés. Igual, mis hijos van a estar atrás y no van a dejar que haga nada. Por ejemplo, ayudar a mi hija en su microemprendimiento”.

Para el IES, la despedida de Haggi es otro capítulo que se cierra con emoción y, sobre todo, con agradecimiento por haber colaborado en el crecimiento y formación de su personal, de los estudiantes y de los docentes.

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