El 2 de mayo se celebra el Día Internacional contra el Bullying o el Acoso Escolar. La fecha fue establecida por asociaciones de padres y diversas organizaciones no gubernamentales para concientizar sobre los riesgos del acoso escolar en las/os niñas/os y las/os jóvenes a nivel mundial.
El bullying o acoso escolar es el comportamiento de persecución u hostigamiento que ejerce uno o varios alumnos hacia otro, este puede ser de carácter físico o psicológico, se realiza constantemente y se mantiene con el tiempo. Es una trama de situación compleja en la que intervienen al menos cuatro posiciones. Quien sufre el maltrato, quien lo ejerce, quienes alientan a este último (grupo de pares) y quienes son espectadores de lo que ocurre. Todas son posiciones activas y participantes de lo que acontece. Este maltrato sostenido puede desencadenar en quien lo padece diversos estados emocionales como desaliento, angustia, aislamiento, depresión, miedo, desconfianza, pudiendo dejar marcas en la subjetividad de los estudiantes.

Suele ser practicado contra niñas/os o jóvenes que se caracterizan por asumir cierta sumisión, tener dificultades para defenderse, ser inseguros o tener algún rasgo particular que los hace diferentes desde un lugar que los señala como un rasgo deficitario.
Generalmente, comienza con burlas que se van intensificando derivando en agresiones físicas o verbales que, como consecuencia, generan daños psicológicos y emocionales en el niño/a y/o adolescente afectado. Se relaciona con las dinámicas de abuso de poder, mediante las cuales un estudiante humilla a otro. Quien sufre el maltrato se siente temeroso, intimidado, impotente ante quienes lo agreden, busca evitarlo sin encontrar un modo efectivo para defenderse.
Puede reconocerse a quien hostiga cuando se manifiestan algunas características, tales como: actitudes agresivas e irritables, ausencia de empatía, impulsividad, bromas “pesadas” hacia los otros, dificultades para reconocer sus actitudes y los efectos de las mismas en los otros; entre otras.
Para muchos adultos, el bullying o el acoso es visto como “cosas de chicos”, sin embargo, el problema va mucho más allá, provocando significativos daños en quienes lo padecen. Abordar esta situación requiere del compromiso y la participación de todos los adultos, actores de la institución educativa, directivos, docentes, preceptores, equipos de orientación, familias, involucrándose en la situación.
Quienes sufren el maltrato, en ocasiones, se avergüenzan por lo que les ocurre, siendoles complejo pedir ayuda. Cuando llevan a cabo este pedido suelen encontrarse con respuestas que son clichés como: “ignoralo”, “no le des importancia”, actitudes que ya han llevado a cabo y que no le han proporcionado la posibilidad de salir de ese lugar.

En la mayoría de las ocasiones, el pedido de ayuda se formula luego de haber vivido durante un tiempo prolongado esa situación. Por eso es tan importante la observación y la escucha atenta por parte del docente y los adultos que integran la institución educativa.
Es preciso trabajar con los estudiantes en todas las posiciones que se mencionan, no sólo las de quienes agreden y quienes son agredidos, ya que, quienes alientan y quienes son espectadores de lo que ocurre, sostienen y favorecen, con su actitud, la agresión en quien la ejerce.
El bullying ocurre EN la escuela, con estudiantes que siendo niños/as y adolescentes se encuentran en pleno proceso de construcción subjetiva, por lo cual le compete a la institución educativa una responsabilidad ineludible.
Por tratarse de niños/as y adolescentes podemos considerar que las posiciones mencionadas no son estancas y que la intervención debe dirigirse a hacer pensar y conmover cada una de las posiciones que se asumen en esta trama de relaciones. Es una oportunidad de trabajar con las/os estudiantes que, en las actitudes que se asumen, subyacen posiciones subjetivas que será imprescindible poner en cuestión. ¿Por qué se asume la actitud de agredir sistemáticamente a alguien?, ¿por qué se alienta dicho acoso?, ¿por qué se observa la situación sin intervenir descalificando la agresión?, ¿por qué no se interviene para evitarlo?.
Si bien el límite proveniente de los adultos deberá operar, es en la modalidad de asunción del mismo que se podrá propiciar una posibilidad de conmover actitudes que signará en muchos casos las características con las que se abordarán los vínculos futuros. Conmover en su acepción de movilizar, alterar, sacudir, como parte del compromiso y responsabilidad ante las actitudes que se asumen y sus efectos en el otro, es un objetivo al que se deberá tender a fin de deconstruir una trama que se construyó y se sostuvo durante el tiempo en que la misma no pudo ser localizada.
Estudiantes, docentes y familias: ante cualquier situación que ustedes observen de posible acoso, pueden acercarse al Equipo de Orientación de lunes a viernes de 7:30 hs a 12 hs.