El 29 de abril se celebra el Día Internacional de la Danza, una ocasión ideal para conocer de cerca a quienes se dedican a esta forma de arte. Lara Recalde, alumna de 5° año Ciencias Sociales del IES, es el ejemplo de una vida dedicada a bailar a expresarse, a encontrar nuevas maneras de superar los desafíos.
Lara empezó a estudiar danza con apenas 7 años, luego de ver a una amiga ensayar danza contemporánea. El interés fue inmediato, así que le pidió a su mamá que la inscribiera para empezar un camino que continúa de manera notable hasta el día de hoy. Años más tarde, con 12 años, Lara incursionó en el ballet por sugerencia de su profesora, y así conoció otra manera de disfrutar la danza.

Antes de la pandemia, cuando no había ningún tipo de restricciones, Lara ensayaba muchísimo: de lunes a viernes de 15 hs a 21 hs. Ese horario tan exigente fue difícil de sostener por momentos. Lara reconoce que tuvo sus altibajos con la danza: “El ballet es mucho más exigente a nivel emocional y físico. Las condiciones físicas que hay que tener no se acomodaban a mí, entonces siempre me costó mucho adaptarme y convivir con el hecho de que yo no tenía lo que me estaban pidiendo. Es algo muy propio del ballet y te “taladran” con eso”. Pero también hay un costo emocional bastante alto que hay que estar preparada para afrontar: “El hecho de entrenar muchas horas diarias hacía que estuviera mucho más tiempo en la escuela de ballet que con mi familia y mis amigos. Y si bien cuando viajo la paso bien y hago nuevos amigos, estar lejos de casa es duro”. Hoy en día la dedicación no disminuyó demasiado, aunque actualmente se encuentra en proceso de conseguir una profesora que la ayude a reforzar sus estudios.

Esa tenacidad rindió sus frutos en varias ocasiones. Adicionó y quedó para formar parte del cuerpo de danza del Teatro San Martín, en Córdoba, pero no pudo asistir debido a superposiciones de horarios. También tuvo la oportunidad de hacer un curso de un mes del American Ballet en Tampa, Florida. En esa oportunidad, Lara fue con su mamá y una compañera que también hacia el curso, y representó una oportunidad inolvidable en cuanto al aprendizaje y a las relaciones que estableció entre compañeros.

Como si eso fuera poco, el año pasado Lara participó de la Competencia Internacional Valentina Kozlova, y quedó entre las diez mejores de Argentina. Al pasar a la instancia final, estaba previsto que Lara compitiera en la ciudad de Nueva York, pero días antes de la competencia, la pandemia obligó a los aeropuertos a cerrar por completo. Todavía hoy esa Competencia se mantiene en suspenso y es incierto cómo será la participación de Lara. Otro de los planes que se vieron frustrados fue el curso de cinco semanas que iba a realizar también en Nueva York, por haber recibido una beca de la escuela de danza de Sergio Neglia, un argentino que tiene su estudio en la ciudad de Buffalo, Estados Unidos.
Pero Lara trata de mirar a futuro y poner su cabeza en lo que está por venir. Sus planes son, a grandes rasgos, seguir estudiando: “Hay carreras de composición coreográfica que me interesan y me gustan. Por el momento estoy en una precompañía juvenil que se llama “La Bajadita”, donde trabajamos pequeñas obras”.

La danza es, para Lara, disciplina, estudio y algo más: “Me gusta el espacio que me da, ya que de otra forma no lo tengo. Para mí que soy bastante introvertida, la danza es una posibilidad de relajarme y de prestarme un poco más de atención a mí misma, que es algo que no hago casi nunca. Es más un momento conmigo misma. No sé si me gusta tanto la danza para mostrarme a mí bailando. Me gusta mucho el momento de la clase en el que yo bailo conmigo, como un diálogo conmigo misma. Prefiero ese diálogo que la danza en exposición”. A los espectadores nos queda, entonces, disfrutar de cómo Lara habla consigo misma.