Entre festejos, reflexiones y covid
Antes que la pandemia por COVID-19 asolara al mundo y desde principios de siglo XX todos los años nos reuníamos en el patio de la escuela para el acto del 25 de mayo. Nuestras escuelas se vestían de celeste y blanco, nos colocábamos la escarapela y preparábamos a los abanderados.
El feriado del 25 siempre fue un día festivo: disfrutamos con comidas típicas (locro y empanadas a la cabeza) y en muchas ciudades del país se organizaban desfiles y peñas cuando todavía el ASPO no formaba parte de nuestras vidas. Es que en realidad el 25 de mayo esta asociado a ideales como libertad, emancipación, autonomía, patria, etc ¿Puede alguien permanecer ajeno a eso? ¿A quién no le gusta celebrar la libertad? ¿Sentirse más independientes y autónomos? En estas líneas intentaremos abordar los sucesos de ese lejano 25 de mayo de 1810.

España…¿nuestro tóxico?[1]
Dice Ezequiel Adamovsky en su último libro: “En el principio fue la violencia. Porqué nada en el suelo que hoy ocupa la Argentina indicaba que aquí habría un país” (Adamovsky: 2020. P. 11). Sucede que la historia latinoamericana debe remitirse a la conquista y colonización de América, una conquista política, militar y cultural que, a sangre y fuego, impuso una nueva organización política, administrativa, económica y cultural allí donde existían decenas de pueblos que habitaban estas tierras antes de la llegada de los españoles (Adamovsky: 2020: P. 11).
A partir del siglo XV comienza a consolidarse el orden colonial. Por estos lares, España impuso una determinada organización social (una sociedad racial basada en los privilegios de la sociedad blanca), una organización política (donde el Virrey se convirtió en la autoridad máxima), una organización cultural (a partir de la evangelización de los pueblos conquistados por parte de la Iglesia Católica.) y una organización económica. Esta última implicó conectar a América a los circuitos económicos que dominaba Europa. La vigencia del monopolio comercial y la explotación argentífera en Potosí aseguraba al Imperio Español la llegada de cuantiosas sumas de riquezas, fundamentalmente plata, que financió al imperio español durante años[2] (Adamovsky: 2020: P. 11).
En pocas palabras las conquista y colonización nos convirtió en una simple colonia española, pero algunas cosas estaban por cambiar.
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Soplan nuevos aires…¡llegas las “buenas” nuevas!
El siglo XIX fue bastante revolucionado no solo por estos lares, sino también en Europa y en toda América, en realidad los sucesos de la semana de mayo no están totalmente desconectados del resto del mundo. A fines del siglo XVIII una ola de revoluciones sacudió Europa y América: la independencia de las colonias británicas en América del Norte (1776), la Revolución Francesa (1789), la revolución de esclavos en Santo Domingo: hoy Haití (1791), entre otras. Todas esas revoluciones nos hablan de un clima de época: la crisis del Absolutismo Monárquico o del poder real, el derecho de las personas a decidir el mejor modo de organizarse, la igualdad entre los hombres y el cuestionamiento a los privilegios de nacimiento. (Adamovsky: 2020. P. 52)
En las colonias españolas del Virreinato del Rio de la Plata estos acontecimientos no tardaron en repercutir. A la ya debilitada autoridad colonial, se le sumaron las invasiones inglesas de 1806 y 1807. El invasión no fue derrotado gracias a las autoridades coloniales de Buenos Aires, sino gracias a la resistencia urbana coordinada desde el cabildo a través de milicias en las que participaban vecinos, castas, pardos, indios y morenos[3]. La conclusión fue inevitable: las autoridades españolas no pudieron responder a la amenaza inglesa y la población había desafiado a la jerarquía colonial, había repudiado al mismísimo representante del rey y había impuesto nuevas autoridades por sí mismas (Adamovsky: 2020. P. 54).
Pero faltaba el broche de oro: Napoleón había invadido España. El rey Fernando VII estaba preso y, aunque una Junta Central primero y un Consejo de Regencia después decían gobernar en nombre del monarca, a ciencia cierta ya nadie sabía quien tenía derecho a mandar; en casi toda Europa la propia autoridad del rey parecía estar cuestionada, razón por la cual el Absolutismo Monárquico estaba llegando a su fin. La acefalía del poder generó la posibilidad de canales de participación popular que se volvieron contras las elites coloniales en América (Adamovsky: 2020. P. 56). Ya nada tenía vuelta atrás, el poder del rey y del virrey tenían las horas contadas.

El 25 de mayo de 1810
A ciencia cierta, no sabemos si ese día llovía, si de verdad la plaza se llenó de paraguas (al parecer solo algunos afortunados podían comprarlos). Algo si parece cierto: ese día empezó a escribirse otra historia; los acontecimientos cambiaron su curso.
La noticia de la disolución de la Junta Central de Sevilla llegó a Buenos Aires el 18 de mayo se 1810. Siguiendo los planteos de Ezequiel Adamovski esta noticia afectó negativamente la poca legitimidad y autoridad que conservaba el entonces virrey Cisneros. Los vecinos exigieron un Cabildo Abierto que se celebró el 22 y definió que una Junta lo reemplazaría a la brevedad. Cisneros intentó presidir la junta pero esta opción fue rechazada por presión de las milicias, así el 25 de mayo con una multitud en la plaza se formó una junta que reemplazó a las autoridades coloniales. La Junta de gobierno, que luego se la conocería como la Primera Junta de Gobierno Patria, fue presido por Cornelio Saavedra. Éste esta el jefe del Regimiento de Patricios: aquellas milicias que se habían formado para repeler los ataques ingleses en 1806 y 1807 (Adamovsky: 2020. P. 56).
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Patria, sangre y fuego
Cuando la Patria está en peligro todo esta permitido, excepto no defenderla.
José de San Martín
Aunque en 1810 todavía no se hablaba de independencia, la Revolución de Mayo tuvo que defenderse con las armas ante los intentos de contrarrevolución lo que implicó el enfrentamiento con las fuerzas realistas. Valientes hombres y mujeres lucharon por la independencia, seguramente recordaran los nombres de Manuel Belgrano, José de San Martín, Martín Miguel de Guemes, etc. Pero nuestra libertad también se la debemos a hombres y mujeres, quizás mas desconocidos para nosotros, pero que también lucharon con valentía y honor. Podemos mencionar al Sargento Cabral (con un actuación memorable en el la Batalla de San Lorenzo) o Juana Azurduy que se enfrentó a las tropas realistas en el Alto Perú; seguro hay muchos muchos más.
En fín, celebramos este día, celebremos la autonomía y la independencia, celebremos y trabajemos para que siempre podamos elegir quienes nos gobiernan y nada ni nadie nos quite ese derecho.
[1] Nobleza obliga, este subtítulo surgió a raíz de un intercambio que mantuve con la Alumna Antonella Renzi (5B) en alguna de nuestras clases.
[2] Me gustaría completar esta idea con las siempre esclarecedoras palabras de Eduardo Galeano. Dice el autor uruguayo: “Manaba sin cesar el metal de las vetas americanas, y de la corte española llegaban, también sin cesar, ordenanzas que otorgaban una protección de papel y una dignidad de tinta a los indígenas, cuyo trabajo extenuante sustentaba al reino. (…) En tres centurias, el cerro rico de Potosí quemó, según Josiah Conder, ocho millones de vidas. Los indios eran arrancados de las comodidades agrícolas y arriados, junto a sus mujeres e hijos, rumbo al cerro”. (Galeano: 2006. P. 58)
[3] Quizás en este punto sea importante resaltar los aportes teóricos, ya clásicos, de Tulio Halperin Donghi. Para este historiador la formación de milicias fue un suceso por demás importantes para explicar eventos posteriores. La consecuencia fundamental fue la existencia de un brazo armado que no respondía a las autoridades colonial lo cual erosionaba más y más al orden colonial vigente. (Halperin Donghi: 2021)
Referencias bibliográficas
Amamovski, E. (2020) Historia de la Argentina: biografía de un país. Desde la conquista hasta nuestros días. Buenos Aires: crítica.
Galeano, E. (1984). (2006) Las venas abiertas de América Latina. Buenos Aires: Catálogos.
Halperín Donghi, T. (1972). (2021) Revolución y Guerra: Formación de una elite dirigente en la Argentina Criolla. Buenos Aires: Siglo XXI Editores.