“La magia de encontrar belleza en la cotidianeidad”: reseña crítica sobre Oliverio Girondo

La magia de encontrar belleza en la cotidianeidad: una lectura de “Veinte poemas para ser leídos en el tranvía”

Por Paula Firmapaz

Oliverio Girondo fue un poeta argentino nacido en Buenos Aires en 1891, en el seno de una familia adinerada que le procuró una educación en importantes centros educativos europeos. Estudió Derecho, a raíz de sus contactos con los poetas exponentes de la vanguardia europea, publicó en 1922 en Francia su primer libro de poemas, “Veinte poemas para ser leídos en el tranvía”, seguidos luego por “Calcomanías” en 1925, “Espantapájaros” en 1932, “Persuasión de los días” en 1942, “Campo nuestro” en 1946 y “En la masmédula” en 1954, obra que constituye su trabajo más audaz en el campo de la poesía.

Para la época en la que Girondo comienza a escribir, el movimiento más relevante de la literatura del momento es el modernismo, una corriente nacida en España hacia fines del siglo XIX. Esta escuela estética encuentra en Latinoamérica representantes que la convierten en un fenómeno local muy reconocido, principalmente el nicaragüense Rubén Darío y el cubano José Martí. En Argentina, el autor más visible que adopta principios del modernismo es Leopoldo Lugones (1874-1938).

La base de este movimiento es la búsqueda de una renovación literaria, con la idea de refinar la expresión verbal usando imágenes complejas. En la poesía, en particular, se utilizan un ritmo y una métrica definidas, muy trabajadas, con la intención de generar un efecto musical. Girondo se distancia mucho de estas nociones, optando por una poesía sin métrica regular, y eligiendo, en cambio, el verso libre (de metro irregular) o la prosa poética (sin cortes de verso). Por lo general, sobre todo su primer poemario, se construye sin rima (también denominada rima “libre” o “blanca”). Uno de los signos distintivos de la escritura de Girondo es la desterritorialización estética. Estos movimientos suponen una interrogación constante sobre el sentido de la literatura. La escritura  de Girondo a través de sus poemas transmite su modernidad y su experiencia como persona en algunos de sus tantos viajes. Nos encontramos con una visión detallada de la vida urbana, todo ocurre rápido y cambia constantemente.

En “Veinte poemas”, las ciudades se reparten entre Europa, América y África, lo cual deja patente el carácter cosmopolita, sin límites geográficos, del libro. Podemos decir entonces que se observa una transgresión de las normas establecidas por la convencional sucesión cronológica del típico cuaderno de viaje, utilizando los nombres de ciudades y el registro de fechas como un sistema para crear una tensión continua en el lector. La innovación está presente en la producción literaria de la obra basada en la apreciación de los temas, términos y detalles de la vida cotidiana. Se usan palabras relacionadas al transporte público, a espacios de la calle como los kioscos, o a destinos turísticos, no eran considerados hasta ahora como material que podía formar parte de una obra poética. Por ejemplo en el poema de “Apunte Callejeropodemos observar que hay una descripción de la calle por donde camina. Para evitar hablar de su propia muerte, personifica a su sombra. El título del poema completa la significación del mismo, anuncia el tema del que después va a hablar y se vincula especialmente con el título del libro ya que hace alusión al tranvía. La escena se desarrolla en la calle, mientras camina. Describe lo que hay y describe cómo sus propias emociones se entrelazan con el paisaje urbano. Familia gris, es una imagen visual y es una metáfora que le sirve para expresar un aspecto ideológico propio acerca de la familia. El gris es el color de lo aburrido, de la monotonía ciudadana, del cemento. En el segundo párrafo utiliza una enumeración de imágenes visuales -“se me entran por las pupilas”- característica de la poesía vanguardista, para describir lo que ve por un lado y por otro lado lo que siente. Expresa su pesadez, su saturación: “lastre”, “miedo de estallar”. Finalmente en él último verso y estrofa, se refiere a la sombra como metonimia de sí mismo, a la esquina como el final de la cuadra o de la calle, y a la muerte, el final del poema, y “el arrojarse entre las ruedas de un tranvía”. Hay algunas imágenes muy características de Buenos Aires y que señalan una época: el café, los quioscos, el tranvía, los faroles.

¿Entonces Girondo es un simple vanguardista más? La respuesta es no, ya que, sin embargo, Oliverio también creó una obra revolucionaria porque se encuentra presente ese nuevo propósito a que llegue a lectores de todas las clases sociales, específicamente a la clase trabajadora. En un mundo capitalista en el que muy pocos tenían acceso a la literatura, algunas personas debían trabajar todo el día y dentro de la rutinización de la vida no podían darse el lujo de viajar y desconectarse de esa realidad alienante. Oliverio encontró una solución para poder conocer veinte mundos en los que quizás podían recorrer yendo al trabajo o volviendo a casa, ya que como su título lo especifica, es ideal para leer en el tranvía. Porque después de todo, personalmente, creo que de eso se  trata la  literatura, en encontrar la magia en la cotidianeidad y explorar otros mundos, a través de Girondo logramos hallar sensaciones, viajando a lugares y escapándonos de la rutina, al menos por unos momentos, del delirio de la vida.


Bibliografía

Verani, H. J. (1993). Las vanguardias latinoamericanas. Nuevo Texto Crítico, 6(1), 262-263. Carrillo, C. V. (2000). Los manifiestos vanguardistas latinoamericanos, un espacio de reflexión. Cifra nueva, 11.

Ibacache, T. V. Poética en Veinte poemas para ser leídos en el tranvía: ciudad deshumanizada y absurdo cotidiano.

Bueno, M. L. (1994). La escritura de Oliverio Girondo: la utopía de la vanguardia. CELEHIS: Revista del Centro de Letras Hispanoamericanas, (3), 11-26.

Girondo, O., & Barrera, T. (1989). Veinte poemas para ser leídos en el tranvía: Calcomanías y otros poemas (Vol. 242). Visor.

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