Un sueño muy real: acerca de “La noche noche arriba”
Por Carola Jarrys
Julio Florencio Cortázar fue un escritor argentino, perteneciente al “boom” de la literatura latinoamericana de la década de 1960. Además fue un gran traductor, profesor y guionista. Nace en Bélgica un 26 de Agosto del año 1914. Como protesta a la dictadura militar en Argentina, se nacionalizó francés en 1981. Muere el 12 de febrero de 1984.
Su obra es extensa y diversa; escribió cuentos, novelas, poemas, artículos periodísticos, comics y también hizo teoría sobre su propia obra. En ella se destaca su novela Rayuela, famosa porque puede ser leída siguiendo órdenes diferentes para los capítulos. Rayuela es una obra surrealista, la primera novela argentina considerada como tal, sin una trama clara, que trata el mundo psicológico de los personajes. Un invento raro, algo sesudo y difícil de leer, pero sin duda muy original y de gran calidad literaria. En 1974 recibió el Premio Médicis Extranjero y en 1984 la Fundación Konex le otorgó posmórtem el Premio Konex de Honor por su gran aporte a la historia de la literatura argentina. Varias instituciones educativas llevan su nombre: como por ejemplo La Escuela Secundaria Básica N.º 13 «Julio Cortázar» (en Buenos Aires). Además en Buenos Aires la plaza Cortázar (en el barrio Palermo Viejo) y el puente Julio Cortázar (en el barrio de Agronomía).
Es un autor fundamental de la narrativa fantástica latinoamericana; si bien la transformación de la noción de novela se da en Rayuela (1963), la experimentación y la búsqueda son constantes en la obra de este autor. A través de la necesidad de un lector cómplice y/o activo, construyó un público lector latinoamericano que se empezó a sentir reflejado en la literatura que leía.

La noche boca arriba, al igual que muchas otras obras del autor, fue realizado en un contexto devastador, durante los años 60-70 en América (Argentina, Brasil, Chile, Paraguay, Perú, etc.) que estaba gobernada por regímenes autoritarios militares(dictaduras), donde se quería silenciar lo que se pensaba, no había libertad, y constantemente se violaban muchos derechos humanos. La literatura era la única forma de expresarse, los autores latinoamericanos tratan de no callarse y defender a todos esos que no pueden hablar por sí mismos. En sus ficciones mostraban, reaccionaban, daban cuenta de la realidad latinoamericana y del aislamiento de sus culturas, con la intención de hacer vivo lo que estaba sucediendo en ese momento.
El cuento se centra en un motociclista que tras un accidente es trasladado a un hospital donde es atendido. Allí, entre los sedantes y sus dolores, comienza a soñar que él es un indio moteca que huye de unos cazadores aztecas, en las guerras floridas. Despierta y vuelve al sueño cada vez con más frecuencia, hasta que el moteca está apunto de ser sacrificado a los dioses y se da cuenta que ya no va a despertar, porque ya está despierto.
Es completamente atrapante y maravilloso, ya que Cortázar nos mete en la piel de las víctimas, de los rituales de sacrificios humanos que los pueblos indígenas de América hacían a sus deidades. Nos hace sentir, oler y ver sus padecimientos desde el inicio de las cacerías humanas, hasta que eran puestos frente a su verdugo para ser asesinados. Él pone a la luz la crueldad que ejercía el sistema religioso de los aztecas, donde no importaba el número de muertos sino tan solo el “complacer a sus dioses”, aunque los sacerdotes decían que era para salvar al universo de la destrucción. Rescata la cultura de los pueblos latinoamericanos en los personajes, paisajes, rituales, etc.
Por otro lado, podemos ver el buen uso del género fantástico, ya que a lo largo del relato el autor logra confundir al lector con respecto a lo real y a lo imaginario. Se puede decir que para el protagonista su sueño era la realidad y la realidad era su sueño: todo lo que creíamos que al personaje le estaba ocurriendo, lo estaba soñando, y todo lo que pensábamos que él estaba soñando, le estaba ocurriendo.

También hay que resaltar el hecho inexplicable de que el moteca sueñe con un futuro, un futuro con las mismas características que nuestra realidad. Además, nos hace ser partícipes en la construcción, ya que no nos cuenta las cosas de forma lineal (cronológicamente), sino que juega con un tiempo de relato que está fragmentado, hay constantemente rupturas temporales. El texto va y viene, pasa de un presente a un pasado (motociclista como protagonista), de un pasado a un futuro (moteca como protagonista), depende desde qué mirada se lo tome.
En conclusión el autor nos hace sumergirnos en las culturas de los indígenas latinoamericanos. Sus personajes, paisajes, creencias, rituales y cultura. Además de mantenernos entretenidos y atentos en todo momento, con saltos en el tiempo, nos genera muchas inquietudes, dudas, confusiones, sin saber cual es la realidad y con ganas de saber cuál es el final.
Lo más sorprendente de este cuento fantástico es que al final del cuento, el sueño terminó siendo muy parecido a nuestra realidad y fue soñado por un indígena, como una especie de visión del futuro.