El concurso de relato “El IES en tu memoria” abrió las puertas del recuerdo a quienes participaron de él. Algunos relatos refieren a historias de alumnos que aún transitan por la escuela, pero otro se remontan a momentos especiales del IES. Diana Molinas, una de las ganadoras del concurso, acercó su talento narrativo para compartirlo y también aportó un pedacito de memoria para construir la historia de la escuela que la formó. Luego de haber recibido el reconocimiento por haber sido una de las ganadoras, Diana hizo algunos comentarios sobre el proceso de escritura y sobre algunos detalles que acompañan la anécdota del relato ganador.
Uno de los pasatiempos favoritos de Diana es escribir, encontrarse consigo misma en ese acto de introspección, para dejar que fluya lo que tiene que fluir. Por eso no dudó en presentarse al concurso de relatos, para decir un poco de todo lo que recuerda de su paso por el IES: “La convocatoria tocó dos cosas que añoro: escribir y recuperar la infancia y la adolescencia que fue hermosa y que pasó acá en el IES”. Volver por un momento al pasado para recordar a su escuela no fue una tarea fácil para Diana, debido a todas las historias y anécdotas que merecen ser conocidas para retratar al IES. Esa riqueza, que tal vez vea la luz en futuros relatos, tuvo que se recortada a los fines de la convocatoria: “Cuando me senté a escribir se me empezaron a agolpar imágenes y me costó mucho filtrar, qué poner y qué no, porque quería poner todo lo que me acuerdo. Fuimos una promoción hermosa que nos seguimos juntando todos los años”.
Diana egresó en 1976 del Bachiller Científico, Físico y Matemático, un dato que lleva inevitablemente a pensar en capítulos muy difíciles de la historia argentina. Si bien su relato narra una conquista de las estudiantes mujeres, se trasluce un clima de época que le agrega al relato una dimensión más de sentido. Al reconstruir el contexto del episodio narrado, Diana explica: “Por un lado estaba la rebeldía propia de la adolescencia, querer decir ‘acá estoy’ y dejar la impronta. Veníamos del Cordobazo, entonces éramos justo una promoción que teníamos hermanos mayores y nos veíamos reflejados en ellos”. Hoy en día, caminando por los patios del IES y viendo a las adolescentes con el uniforme actual, Diana dimensiona la magnitud del pedido que hizo junto a las chicas de distintos años: “Ahora en perspectiva una que ve que era una lucha por la igualdad de la mujer, pero en aquel momento no lo veíamos así, no era una cuestión de género. En realidad, era una conquista porque hacía frio, porque queríamos tener la misma opción que tenían los varones. Tenía que ver con conquistar, con conseguir cosas que otros no habían conseguido antes”. Algo similar sucedió un tiempo después, cuando su promoción consideró que era más apropiado vestir para el acto de colación el uniforme que usaron a los largo de tantos años. En aquella época, el reglamento era muy diferente al actual: “La tradición era el vestido blanco en las chicas y el saco en el varón. Dijimos que no queríamos, porque también tenía que ver con el contexto económico: queríamos juntar plata para ir a Bariloche”. Una vez más, el pedido de los estudiantes tuvo lugar, y así lo testimonia la foto de su promoción.

Hablar del uniforme despierta, además, otras historias relacionadas con los docentes y directivos del momento. Diana recuerda una muy particular, en la que también se muestra el espíritu que identifica al IES. Como sucedía con muchas familias, Diana utilizaba la pollera del uniforme de su hermana, que ya había sufrido varias cosidas y descosidas para ajustarse a la moda de la época. Una vez que el pedido de su promoción fue concedido, surgió otro problema para Diana: “Cuando pedimos egresarnos con el uniforme, Norma Verdú me dijo ‘no va a venir con esa pollera’, y me prestó la pollera de su hija, y egresé con esa pollera. Era una cosa muy familiar, de querer congeniar la tradición con lo novedoso, lo familiar con lo institucional más reglado. Siento como que el IES se fue haciendo con las personas que fueron pasando por él, y las personas se fueron armando también con cosas que pasaron en el IES”.
Tanto el relato que ganó el concurso como los recuerdos que Diana asocia a la anécdota muestran lo que, para ella, representan algunos de los valores de la escuela: “Creo que el IES siempre fue una escuela de avanzada, de hacer los primeros pasos en algo que después las otras escuelas se sumaban”. A este respecto, se destacan otros nombres claves de la historia del IES. Diana perteneció al cuerpo de Bastoneras desde 1973 hasta comienzos de 1977, varios años en los que vio de primera mano el trabajo de Silvia Huberman, y sus novedosas propuestas artísticas. También aparece la figura de Norma Ferro, quien estimulaba a sus estudiantes con métodos poco tradicionales en aquellos años: “Ferro fue una adelantada. En 3° año estudiábamos Historia Argentina. Llegó un día y dijo ‘la mitad de curso son federales y la otra mitad unitarios, discutan’. Y bueno, había que discutir, y era el año ‘74. Para la época era muchísimo”.

El IES cambió mucho desde que Diana egresó. Cambiaron los estudiantes, los profesores, creció en el número de quienes lo conforman y en el edificio. Después de muchos años, Diana regresó a su escuela, y recuerda detalles de los espacios: “Se ve enorme. Uno lo ve extraño por los colores, porque ya no está la gente. Por eso me gustó entrar al edifico, porque recuperé las aulas”. Cuando ella era estudiante, no existía el Anfiteatro, había muy pocas aulas en el piso superior, había un jardín en la entrada por calle Solís y la ausencia de paredones permitía ver la calle Avellaneda desde el patio. Sentada en el patio de árboles, Diana recuerda que allí estaba la casa de “Don Olmos”, el portero que vivía en el IES, que tenía sus propias gallinas.
En las palabras de Diana, las que formaron parte del concurso y las que evoca a modo de comentario, se trasluce un sentimiento de pertenencia que se mantiene vivo con el paso de los años. Las reuniones anuales con sus compañeros de promoción y las historias que reviven en cada encuentro hacen imposible que ser un egresado del IES sea un capítulo olvidado: “Estoy absolutamente agradecida del concurso, porque trajo imágenes que uno a veces si no está ese anzuelo, no las rescata”. Y para los lectores, su relato será un poderoso anzuelo.