Una jubilación, un docente dando sus primeros pasos y un barrilete: ¿Cómo pueden entretejerse en forma de emoción y recuerdo algunas vivencias? ¿Por qué recordamos algunas cosas y otras pasan al olvido? Es seguro que podríamos discutir extensamente sobre lo “importante”, lo que se recuerda y lo que se olvida… En este relato que participó del concurso “El IES en tu memoria”, Antonella Renzi de 5° año B nos lleva a recorrer una experiencia en la que una profesora a punto de dejar la profesión, y otro iniciándola, llevan de la mano a sus alumnos hacia los conocimientos de la física y la matemática que se elevan al cielo empujados por un barrilete revoloteando caprichosamente.
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Crónicas de trabajo en grupo

Cómo olvidar esos últimos días de invierno de un agosto bien ventoso y la muy esperada jubilación de una de las mejores profesoras que tuvo el IES. Cómo olvidar ese glorioso 23 de agosto de 2019, cuando el uso de barbijo no existía y se realizaban salidas escolares. Sin embargo, toda historia feliz, tiene su desarrollo desastroso.
A lo que voy es al hermoso trabajo integrador de Matemática y Física, donde un profe comenzando sus pasos y una profe a punto de retirarse emprendieron la tarea de realizar el proyecto de armar un barrilete, sí, un barrilete, esos que vuelan, tienen una forma, normalmente circular y una tanza para alzar su vuelo. Les estaría mintiendo si les digo que no estaba emocionada, desde chica amé los barriletes, siempre tuve uno para ir a jugar, todavía recuerdo mi primer barrilete con la cara de Minnie y Mickey, quedé devastada cuando la tanza se cortó y salió volando lejos de la costa. De todas maneras, no hablaremos sobre ello, sino lo que conllevó realizarlo.
Para que entiendan mejor, vamos a comenzar a hablar de las condiciones de trabajo, el mismo tenía que ser de seis integrantes, lo que provocó la creación de seis grupos distintos. Luego, se iban a realizar tres tipos de barriletes: cuadrado, diamante y hexágono. El problema real fue que la forma no la elegía el grupo, era a sorteo. Claramente una persona racional desearía que le toque realizar un cuadrado o un diamante, pero lamentablemente en el grupo que estábamos nos tocó hexágono. Primer problema mayor, no solo por su dificultad si no por la precisión que se necesitaba. Para que nos entendamos mejor, Física, y sobre con todo un barrilete, tiene que tener demasiada precisión a la hora de realizar los ángulos, en vez de hacer 4 ángulos perfectos, teníamos que hacer 6. Entonces, comenzó el juego.
Vamos a dividir en tres bellos pasos: armado de ángulos con palos de madera, proceso de añadir las tanzas y presentación final. Comenzamos con el primero, tres largas varillas, que se unían en el centro y creaban seis ángulos de unos perfectos 60°. En el proceso de poder realizarlo, recordemos que éramos seis integrantes, tres de los cuales estaban tranquilamente con su celular y luego, otras tres guerreras que llamaremos rubia, rockstar y la presente relatora, que trataban con las líneas de los azulejos del suelo y tres reglas crear seis ángulos de 60° con varas cilíndricas de maderas, las mismas que debían ser unidas por hilo, tanza y pegamento. Luego de 4 horas intensas y estresantes de trabajos se pudieron unir con mucha delicadeza estas varas. Sin embargo, el trabajo no estaba terminado, teníamos que colocar tanza en cada de las seis puntas del hexágono, unirlas exactamente con la misma medida al medio y de ahí que salga una larga tanza para poder manejar su vuelo. No solo fueron otras cuatro horas de trabajo, sino que se rompió una vara y tuvimos que reemplazarla. Sin comentarios al respecto. Pudimos terminar la parte de varas y tanzas, colocamos y pintamos con mucha armonía la tela del barrilete y quedó nuestro hermoso barrilete creado por tres grandes guerreras.
Pero, lamentablemente, esto no acaba acá, por alguna razón que se desconoce, se llevó el barrilete una de las integrantes enganchada al teléfono. Se llevó el bello barrilete el martes para luego llevarlo a la costanera el miércoles. En la noche del martes, la integrante dejó el barrilete en la cama y, sin darse cuenta, se tiró encima. Por supuesto que se rompieron dos varas y se enredaron por completo todos los hilos. Muy enojadas, las guerreras hicieron la ley de hielo de no hablarle. La parte importante de esto fue la ingeniosa acción de las mismas para arreglar el barrilete: los tubos de lapicera. Con esos tubos de plástico, que protegen la tinta de las lapiceras, unimos con cinta, pegamento y los tubos las varas rotas. Sorprendentemente funcionó, y a pesar de que compañeros, amigos y profesores no confiaban en la posibilidad de que ese pobre guerrero barrilete pudiera volar, fue el único barrilete de todo 3° año de 2019 que voló.
Yo les dije que esta historia era feliz, pero con un complejo desenlace. ¿Moraleja? No dejes barriletes en mano de adictos a los celulares.