Promoción 2021: Palabras de despedida de la Orientación en Economía y Administración

Autoras: Atenes Uría y Abril Ledezma

Hace unos seis años, un grupo de niños/as ingresaron a la secundaria y formaron lazos. Qué difícil es hoy cumplir el rol de tener que decirles que hasta acá llegó esta etapa, y la verdad no cambia ni deja de existir porque no quieran escucharla, la verdad ofende y por eso muchas personas van a querer que les mientan, porque creen que la van a hacer desaparecer, pero la verdad se puede ocultar, pero jamás destruir.

Estamos asustados, de eso no hay duda. Entramos como niños/as y nos vamos como adultos a un mundo desconocido que posee sus cosas bellas y sus peligros.

Todos sabemos que las palabras “nos mantendremos en contacto” y “nos veremos seguido” son mentiras para algunos, pero las decimos porque necesitamos la certeza de que no estamos solos.

El futuro se ha convertido en algo latente a lo que no nos queremos enfrentar. No nos queremos perder porque hemos pasado seis años sosteniéndonos. Pero todo tiene fecha de caducidad. Hay un reloj de arena que se acaba y queremos construir en estos últimos días los recuerdos que no hicimos en un año, porque si al menos tenemos esos recuerdos, no nos olvidaremos por completo.

Por más cruel que suene esto, no lo es. Quizás, uno no se lo puede imaginar, pero el tiempo pasa muy rápido para pasar toda nuestra vida en un solo momento, hay que vivir cosas nuevas, experimentar sabores, sensaciones, personas, y estar conscientes que nuestro problema es creer que tenemos tiempo.

Toda esta incertidumbre que tenemos nos hace quedarnos en el recuerdo de la costumbre. Costumbres como venir a la escuela, conversar con nuestros compañeros de forma rutinaria, porque las rutinas no dan miedo, porque sabemos de qué se tratan, y nos gusta que traten de eso.

Entonces, ¿por qué no vivir plenamente estos últimos días? ¿Por qué no gritar a los cuatro vientos lo mucho que nos vamos a extrañar? ¿Por qué no llorar hasta el punto de perder la respiración? Si de todas formas no es eso lo que nos arde en verdad. Es lo que va a pasar después, cuando nuestros dedos se deslicen de las manos de los demás y la distancia sea inalcanzable. 

Así, los recuerdos no dejan de ser nada más que recuerdos perdidos en nuestra mente a los que desearemos volver, pero no podremos movernos de nuestro presente. Estos recuerdos algunas veces nos sacarán más de una sonrisa, otras veces nos pondrán melancólicos, como si los recuerdos fueran olas inmersas en un mar de momentos, quizás un día estas olas, dependiendo el día y el viento, nos rocen los pies, otras veces el agua nos llegará hasta las manos, y hay veces que hasta nos pueden llegar a ahogar, pero por más lejos que creamos estar de la superficie, aun así, salimos del fondo del mar, y si no me creen, pregúntense a sí mismos y pregúntenle a quien tienen al lado, nos tomemos un segundo y miremos a quien está a nuestra izquierda, pensemos en todas las veces que las olas les mojaron los pies, y las veces que los arrastraron, pensemos en todos los recuerdos que tenemos con esa persona, en las veces que quisimos ahogarlos en el mar, y las veces que casi nos ahogamos nosotros con tal de salvarlos, recordemos anécdotas que nos hicieron llorar, reír, enojarnos, mirémonos entre todos, porque quizás sea la última vez que lo hagamos.

Es hora de empezar de nuevo, otra vez. Una vez que todos salgan por esta puerta recuerden que aquí se termina, la arena llegó a su fin. Cuando sientan el diploma en mano sabrán de qué se trata. 

No teman ni un segundo más, porque habrá sido un segundo menos de felicidad. Ustedes deciden, esa es su libertad, depende de ustedes que le abran la puerta.

Amigos, nos veremos en la batalla, nos veremos en la victoria, nos veremos en los recuerdos, y si no nos vemos en el éxito, nos veremos en lo eterno. 

Recuerden, sentimos que algo ha terminado porque algo va a comenzar. Soltémonos sin miedo a caer que de todas formas sabemos volar.

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