Cuentos maravillosos: presentamos “Ruperto y el desafío real”, de Giulietta Pulvirenti Lotto

Durante los meses de marzo y abril, los estudiantes de 2° año B, junto a su docente de Lengua y Literatura, Melina Navarro Frutos, trabajaron contenidos de Literatura (características de la Literatura, género narrativo; origen del cuento; características de los cuentos populares realistas y populares maravillosos) y contenidos de Lengua (la narración; secuencias narrativas, núcleos y catálisis; secuencias  no narrativas, descripciones, diálogos, argumentaciones; personas/personajes; tiempos; espacios y narradores). Como actividad integradora, en el marco del proyecto institucional de escritura, la docente les propuso la resolución de consignas que llevaran a la construcción de cuentos maravillosos breves como objetivo final.

De este modo, los estudiantes debían ordenar las acciones núcleo que la docente les propuso de forma desordenada, para lograr una secuencia narrativa coherente de acciones principales; luego, debían construir acciones secundarias o catálisis y elaborar secuencias no narrativas, es decir, descripciones de espacios y personaje principal, y diálogos entre personajes para expandir la historia y generar suspenso e interés en el lector. Finalmente, debían ordenar y cohesionar todos los elementos construidos para generar un cuento maravillosos breve.

A continuación, acercamos el trabajo de la alumna Giulietta Pulvirenti Lotto.

Ruperto y el desafío real

En un tiempo muy lejano… un joven astuto llamado Ruperto salió de su pueblo en busca de aventuras. En el camino se encontró con un pájaro muy colorido llamado Tito, al cual le preguntó si sabía dónde podía hallar aventuras. Tito le contestó:

-Hola, me he enterado de que hay un rey que ofrece a su hija en matrimonio a quien fuera capaz de pasar tres pruebas, apuesto a que tú las pasarás como nada…

– ¡Muchas gracias! -dijo el muchacho. -¿Sabes a dónde me debo dirigir?

– ¡Claro! ¡Casi lo olvido! -agregó Tito. -Debes ir al palacio de los ocho colores… ¡¡¡Mucha suerte!!!

El joven agradeció nuevamente y se presentó ante el rey:

– Buenas tardes su majestad, -le dijo- quiero recibir la mano de su hija.

El rey lo miró con desconfianza, pero luego añadió:

– Está bien, pero para eso te propongo un desafío real: para la primera prueba debes recuperar un anillo de un pozo. La segunda consiste en trasladar una montaña de un pueblo a otro. Y para la última tienes que vencer al dragón de las 7 cabezas, así tomarás la mano de mi bella hija.

Sin pensarlo más, Ruperto fue a recuperar el anillo; para ello se ató a una soga y comenzó a bajar por el pozo; era casi interminable… hasta que al fin llegó a tocar el suelo; allí oía lentamente ruidos extraños, no podía identificar con qué se encontraría. De pronto se dio cuenta de que eran ratas que mordían… entonces comenzó a correr, ya que era un pozo bastante ancho, apenas encontró el anillo, raudamente lo tomó y salió disparado hacia afuera.

Mientras descansaba unos pocos minutos, pensaba en un plan para poder trasladar la montaña de un pueblo a otro. Al ratito se acordó de aquella vez, cuando tuvo que luchar con un oso enorme: allí había conocido a un anciano de unos 127 años que le regaló objetos mágicos que serían de gran utilidad… entonces, tomó una “cuerda mágica” de miles de kilómetros, que ató alrededor de la montaña, le tardó unos 5 minutos moverla, pero lo logró, puso todas las fuerzas que tenía pero igualmente guardó algo de energías para poder, más tarde, derrotar al dragón de las 7 cabezas.

Luego de terminar las primeras dos pruebas, ya casi le quedaba la última… estaba súper cansado, pero él era muy valiente y positivo, así que no era muy fácil que se rindiera.

Para esto, fue al “Bosque de Nunca Jamás”:

– ¡Dragón de las 7 cabezas! ¡¡¡Vengo a derrotarte!!! -le dijo Ruperto a su enemigo.

– Ja ja ja ¿Quién te crees? – le dijo el Dragón- No es muy sencillo… Ja ja ja -se reía solo.

– Te propongo una cosa -dijo el hombrecillo.- En dos horas te espero en el castillo de “los ocho colores”, ahí veremos quién se ríe primero -y Ruperto se fue sobrándolo.

Hasta que llegó la hora, llegó el momento, ahora sí se enfrentarían los dos.

Cuando se reencontraron en el palacio había miles de personas de espectadoras, esperando a que alguien, al fin, logre derrotar al Dragón. Todos aplaudían y alentaban a Ruperto; él estaba algo aterrado, pero se sacó todo el miedo al instante. El Dragón largaba fuego, pero una de las ventajas que tenía Ruperto era que el fuego no lo largaba por la boca como cualquier otro, sino por una de sus patas delanteras. Ruperto llevaba consigo una espada, el Dragón tenía una cola larga con escamas. El joven lo distraía por un lado, y al ser muy rápido corría por el otro y le clavaba la espada. En un momento ligó un coletazo del Dragón, le dolía mucho, casi se rinde, pero luego se dio cuenta de que en su bolsillo tenía un ácido envenenador llamado “Covidis 18”, que también era uno de los regalos del ancianito que mencionamos antes, entonces lo tomó y se lo echó en la cabeza, así lo distrajo y logró atarlo con una soga, ese ácido había dejado débil al Dragón; así, Ruperto y la gente del pueblo, lograron encerrarlo para siempre en la prisión subterránea del castillo, donde nadie puede escapar.

Ruperto, glorioso, se presentó triunfante ante el rey. El rey le dio la mano de su hija. Días después, se casaron y tiempo después, tuvieron trillizos, comieron escabeche de perdices y fueron felices.

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