En el marco del proyecto de escritura Leer y Escribir el mundo, desde las escuelas cordobesas, los estudiantes de 1° año B -acompañados de la profesora Gabriela Rodríguez– participaron de una propuesta de escritura colaborativa y creativa. Dicha instancia consistió en la lectura comprensiva y posterior escritura de un final alternativo del cuento Laberinto de espejos de Esteban Valentino.
A continuación, compartimos nuevas producciones.
Final alternativo 1
Autores: Santina Nemessi, Agustín Comba, Sofía Gudín, Mía Juárez y Mía Redolfi.

Después de contenernos unos segundos, nos dimos vuelta para ver al rottweiler. Casi al mismo tiempo, comenzamos a correr tan rápido que se abrió mi herida. Fede con un brazo apoyado en mi hombro, trataba de seguir el ritmo, pero cayó al piso, no pude ayudarlo… De uno de los espejos salió una mano que se llevó a mi amigo.
No tuve tiempo para seguir pensando en eso, el perro gigante se acercó, me tenía en su mirada, corrí, velozmente, pero me acorraló en una de las calles sin salida. Al apoyarme con fuerza en una de las paredes, los vidrios se agrietaron y el espejo se rompió. El perro desapareció. Fue en ese instante que salieron de los espejos misteriosas e inexplicables presencias que no pude entender porque el dolor me dominó y caí desmayado.
Sonó la alarma del celular y desperté por fin de ese terrible sueño. Me preparé para ir al parque con Fede, una salida planeada desde hacía tiempo. Lo curioso fue que no podía olvidarme de la pesadilla de la noche anterior. El cartel me parecía interesante. Un laberinto de espejos con un solo camino de salida y un montón de calles falsas que terminan en la nada, en un gran espejo que no hacía más que reflejar la propia imagen y la cara de tristeza por haber fallado en encontrar la puerta de regreso al mundo de afuera. Le dije a Fede que la entrada no era cara y que, de última, estábamos en ese parque de diversiones para pasarla bien. Fede no estaba de acuerdo e hizo una cara rara, pero no le di importancia y fuimos a otra atracción.
Final alternativo 2
Autores: Zoe Franco, Emiliano Aguirre, Jazmín Zárate y Benjamín Murolo.

El rottweiler comenzó a perseguirnos. Corrimos un largo rato, pero de golpe algo nos detuvo: la imagen, en uno de los espejos, del animal cubierto de vidrios que le caían encima. Después de unos minutos, lo que fue un reflejo, se convirtió en realidad y observamos como al perro lo aplastaban los vidrios.
De esta forma, nuestro único objetivo fue encontrar la salida. Mis lecturas sobre laberintos orientaron la búsqueda y después de estar horas intentando, logramos estar en la parte exterior del lugar. Al salir, nos miramos y advertimos que nos veíamos diferentes, éramos adultos, ¿habíamos estado años en el laberinto?
Inmediatamente, nos dimos cuenta que el parque había cerrado, encontramos la puerta de ingreso, era de reja, la saltamos y caminamos hasta que nos topamos con una ruta que ya nadie transitaba. Entonces, nos dirigimos hasta el pueblo, llegamos a casa, sin embargo, nuestras familias no nos conocieron. Dijeron que sus hijos habían desaparecido años atrás, les contamos lo que nos había ocurrido, pero no lo creyeron. Igualmente, al vernos lastimados, nos ayudaron, sin dudar.
Los años pasaron y tratamos de olvidar lo sucedido, pero fue imposible. Luego de investigar mucho sobre el tema entendimos que, al ingresar en aquel laberinto, también, ingresamos a un viaje en el tiempo que atravesó nuestras vidas para siempre.