Egresados del IES hoy: Constanza García Keller, una destacada bioquímica de alcance internacional

Conocer los caminos que nuestros egresados construyen luego de despedirse del IES es otra forma de acercarse al valor de su formación en el nivel secundario. Una palabra, un gesto o la rutina de la escuela son con frecuencia decisivos para quienes vienen marcados con una vocación desde que son niños. Constanza García Keller, Doctora en Ciencias Químicas y profesora universitaria, resulta un caso paradigmático de una vocación que despertó muy temprano, que creció durante la adolescencia, y que la llevó a destacarse actualmente en su área.

Constanza egresó del IES en 2001, como Bachiller con Orientación en Ciencias Naturales. Al ingresar a la escuela secundaria, sus áreas de interés ya estaban bastante definidas: “Cuando tenía 8 o 9 años, había una veterinaria muy cerca de casa y me acuerdo que después de que ella terminaba de usar los remedios siempre me daba las botellitas de vidrio, y yo me las llevaba a mi casa y jugaba con eso”, recuerda. Esa anécdota marca el comienzo de una vocación, que con los años se fue alimentando de conocimientos y que culminó con su título en Bioquímica.

Los años de especialización del secundario marcaron fuertemente a Constanza, ya que se encontró con las asignaturas que más le interesaban y con docentes que transmitieron algo más que el contenido curricular: “Me acuerdo bien de la profe de química Griselda Serrone. Me fascinaban sus clases, me gustaba cómo nos hablaba. Ella siempre fue muy exigente, pero me fascinaban sus clases de química y combinaciones moleculares y esas secuencias largas”. Los recuerdos de Constanza llevan a pensar en aquellos detalles que hacen a la particularidad del docente y que quedan en la memoria de sus estudiantes: “Me acuerdo inclusive hasta de su letra en el pizarrón y hasta algunas cosas de cómo escribía ella me quedaron grabadas. Siempre me acuerdo que a la letra ‘i’ le hacía un circulito en vez de un punto, y algunas de esas cosas todavía las tengo conmigo y las hago yo hoy en día”. La lista de docentes que marcaron su vocación tiene algunos nombres más: “Recuerdo a la profe Graciela Theiler. Cómo amaba sus clases, su amor por enseñar, su paciencia. La profe Silvana Casalis, que también sé que fue directora. Siempre me acuerdo cuando tenía que estudiar las células, cómo pasé horas estudiando todas las organelas de las células, y me acuerdo que sus clases ya eran más de nivel universitario y eso me ayudó mucho a lo que fue después mi carrera. Pero me acuerdo de leer y estudiar todas esas organelas y levantarnos súper temprano a la mañana para estudiar”.

Al evocar su desempeño como estudiante, Constanza reconoce que en aquellas materias que no se relacionaban directamente con su interés, le resultaban más difíciles. “En 5° año no me acuerdo de la cantidad de materias que había tenido que rendir en diciembre. Tuve que recuperar con la profe Carmen Ingrata, quien me fue dando las herramientas para después estudiar en la universidad: sentarme con un libro, estudiar, repasar, armar los resúmenes, etc.”. De su historia con el IES no están exentos los preceptores, que siempre tienen un acercamiento más personal con los estudiantes: “Carmen Cabral era una divina y siempre nos hablaba y nos decía lo importante que era para nuestro futuro: ‘Chicos, hagan las cosas bien’”.

El camino a seguir luego de egresar del IES fue más que claro: ingresó como estudiante de la carrera de Bioquímica en la UNC. En 2007 obtuvo su título de grado, realizó pasantías en laboratorios de la UNC, y en 2008 se preparó para comenzar con el Doctorado en Ciencias Químicas sobre estrés y drogas de abuso, su área de especialización. Hasta el día de la fecha, Constanza sigue trabajando sobre dichos temas: “Me dedico a hacer investigación básica, esto quiere decir que intento entender los mecanismos involucrados en los procesos de adicción, y estudio puntualmente cómo el estrés es un factor de vulnerabilidad en el desarrollo de adicción”.

En 2013, Constanza obtuvo una beca para trabajar en un laboratorio de Estados Unidos: “Fueron los mejores tres meses de mi vida, fue una gran, gran experiencia. En esos tres meses terminé mucho de los experimentos para mi tesis”. Al finalizar con su beca, defendió su tesis doctoral, que recibió el premio a la mejor tesis de Argentina en el 2014. El mismo año, el jefe con el que había trabajado en Estados Unidos le ofreció regresar al laboratorio para hacer un Post Doctoral Training y continuar su formación como científica. Constanza aceptó, y luego de vivir en Carolina del Sur durante ocho años, se instaló en Winsconsin, donde reside hasta el presente.

Su formación en el extranjero le permitió pensar y reflexionar sobre la educación argentina. Al respecto, Constanza tiene poderosas palabras para tener en consideración: “Nosotros creemos que la educación que tenemos en Argentina no es buena, no es suficiente, y es todo lo opuesto. Esos tres meses me mostraron que la educación que yo traía era excelente, que había cosas por mejorar (mi comunicación, poder comunicarme con otros, presentar las ideas), pero que la educación, el entrenamiento que yo traía era muy bueno y que todos esos años de estudio estaban muy bien valorados”. En la primera visita que hizo a Estados Unidos, tomó conciencia de que su formación le permitía hablar en pie de igualdad con científicos muy calificados: “Estar en un laboratorio de nivel internacional, poder defenderme, que escuchen mis ideas, me presten atención, e inclusive que me inviten a participar de un experimento, me hizo sentir muy orgullosa de todo lo que había hecho hasta el momento”, reconoce.

Animarse a vivir en el extranjero fue para Constanza esencial para su carrera, un factor de crecimiento indiscutible, y es lo que le permite dedicarse de lleno a hacer ciencia en un área que le apasiona: “Siempre hay algo nuevo, siempre hay algo que buscar, una pregunta que responder, una nueva forma de responder a esa pregunta, nuevos experimentos, nueva información, nuevos datos”. Como todas las ocupaciones, hay aspectos que no son tan positivos: “Hay bastante estrés, porque hay que buscar los grants para mantener la gente, buscar gente que esté capacitada, que se sientan cómodas, que se sientan en su ambiente. Todo eso es la parte complicada y también divertida, porque ser mentor es muy lindo: tener estudiantes y verlos crecer y verlos disfrutar de lo que están generando y desarrollando”. Esta última dimensión de su trabajo es lo que la convierte en un eslabón de la cadena de educadoras que hay en su familia: “Soy tercera generación de educadores: mi abuela fue profe de maestras de primaria, mi mamá fue profesora de terciario y de secundario, y ahora a mí me toca ser mentora y profe de universidad. Así que la educación siempre fue algo que estuvo y se discutió en la mesa en mi familia”.

Logo del laboratorio

Actualmente Constanza se desempeña como Professor Full en la Universidad Médica de Winsconsin, y está en el proceso de formación de su laboratorio. Tener la posibilidad de crear su laboratorio es una etapa más que desafiante, ya que llevará su nombre y tendrá varios profesionales y proyectos a su cargo.

A lo largo de su formación, Constanza supo convertirse en una científica con laboratorio propio, y en una educadora que le permite orientar y construir conocimiento colectivamente. Esta egresada del IES es uno de los casos en los que la escuela acompaña el desarrollo de una vocación, para ofrecer herramientas que colaboren con el crecimiento profesional sin importar las fronteras.

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